Homenaje a las madres: Hilda Paulina Ramírez, entrega y dedicación 100%

Tiene casi 80 años y se le ve fuerte como un roble,  es incansable y dinámica en todos sus quehaceres ministeriales y familiares. Llegó a Barranquilla a finales de los 60 con sus tres hijos Guillermo, Irma y Nancy Ramírez,    con la responsabilidad de pastorear una iglesia ubicada en una de las  zona más crítica, por esa época, de la ciudad: El barrio Montes, bares cantinas, drogas, delincuencias y pobreza  eran los vecinos. Nunca había llegado por estas tierras, la referencia que tenía eran los carnavales.

Pero no se amilanó ante el nuevo reto. Con la certeza que Dios la respaldaría, como la había respaldado en el Líbano y Armero, Tolima de donde llegó, comenzó una obra que en noviembre próximo celebra sus  50 años. Hoy solo quedan recuerdo de los difíciles comienzos de la casa de madera y techo de paja donde nació la iglesia Betel,  hoy  Iglesia Cristina Sarepta,  una hermosa construcción de más tres mil metros cuadrados.   

Educó a sus tres hijos con  rigurosidad y amor.  Siempre pegada a la Palabra. Fue madre y padre de ellos. Nunca permitió que el ser madre soltera fuera piedra de tropiezo, esta situación la motivó a  aferrarse más a Dios para sacarlos adelante hasta convertirlos  en profesionales y ministros del Señor.

Su hija, la reconocida salmista Nancy Ramírez, con su ministerio musical traspasó las fronteras colombianas, en Sur, Centro y Norte América e incluso en Europa,  sus canciones llenas vivencias reales presentan a Jesucristo como el amigo y salvador  de nuestras vidas. Guillermo, Residente con su esposa e hijos en Quebec, Canadá,  cosechas éxitos en  su profesión y paralelamente se para la obra de Dios,  por su parte Irma es una apasionada educadora que desde salones de clases imparte el mensaje de salvación a sus alumnos.  

La pastora Paulina ha forjados cientos de hombres y mujeres,  hijos espirituales, que están esparcidos por todo el mundo. Miles de seres son los que han recibido a Jesucristo como el Señor de sus vidas.  Los sueños se pueden alcanzar y la pastora Paulina los puede acariciar, incluso con sus  manos, a través de la fundación da alimentos y educación a muchos niños de escasos recursos del sector del barrio.

En un mundo diseñado para hombres, donde se cuestiona si  las mujeres deben ejercer el pastorado, ella se ha levantado estoicamente colocando su sello de fe, fortaleza y valentía como portavoz del Señor aquí en la tierra.  

Sé el primero en comentar

Deja un comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*