La “Carilinda”, interpretó magistralmente, salsa, cumbia, porros, merecumbé, rancheras y boleros con las mejores orquestas de la época
Por: Javier Ahumada Bolívar
Antes de la pandemia la visité un par de veces en su apartamento del Barrio Los Nogales, al norte de Barranquilla, donde vive con su hija Yaneth Fortich González. Salía lentamente del primer cuarto arrastrando el peso de sus 91 años. Se sentaba en una mecedora de mimbre, color natural. Siempre seria e inmutable, aún conserva los rasgos físicos de mujer bella que en otrora robaba suspiros. Por algo le decían “la carilinda”, cuando promocionaban en los periódicos de la época sus presentaciones en Colombia y en diferentes países de Sur y Centroamérica.
Ella, Carmen González, habla poco. De todas formas, junto con su hija Yaneth, comenzó a unir los fragmentos de su vida esparcidos en la memoria, soportadas por algunos recortes de periódicos amarillentos y fotografías impecablemente conservadas en varios álbumes. El propósito —aplazado—, llenarme de información para elaborar esta nota como un homenaje a quien puso en alto, por varios lustros, el nombre de la Región Caribe y Colombia.
En las paredes de la sala se encuentran varios retratos color sepia y en blanco y negro que nos hablan de los distintos momentos de la vida exitosa de Carmen, en esa época Nubia González.
El municipio porteño de Magangué, departamento de Bolívar, cuna de grandes artistas, la vio nacer un cinco de octubre de 1928; horas antes, había nacido su hermana gemela. Así que Carmen es la última de los seis hijos de Griseldina González. Quien antes tuvo cuatro hijos de su matrimonio anterior; con Segundo Martínez, empleado del matadero municipal, mellas. Tiempo después sus padres se separaron y los seis hermanos quedaron al cuidado de su madre. Años más tarde, para agraviar a su progenitor por el abandono, se quitó el apellido; pasó de ser Carmen Martínez González a Carmen González y luego para el medio artístico se hizo llamar Nubia González.
El espíritu aventurero de Griseldina, le permitió recorrer la Costa Atlántica. Varias veces salió dejando todo atrás, incluso bienes materiales. Vivieron en Montería, Córdoba; Ovejas, Sucre; Cartagena, San Pedro, Sucre; Pueblo Nuevo, Córdova donde Carmen conoció a Fernán Fortich quien después sería su esposo, y en Barranquilla, que la acogió como su hija adoptiva.
-Al principio fue difícil para ella. Me cuenta mi mamá que desde los ocho años quedó a cargo de la casa, mientras los hermanos mayores salían a trabajar, ella cocinaba y cuidaba de unos sobrinitos hijos de las hermanas mayores -Indica Yaneth.
Solo comenzó a estudiar a los 10 años de edad, cuando por cuenta propia decidió inscribirse en la escuela Anexa de Cartagena, allí terminó la primaria. Después no hubo más tiempo para el estudio. A su madre no le interesaba el tema de la educación para sus hijos, por la vida peregrina, la falta de recursos económicos y porque ella poco estudió.
Carmen nació para el canto, de pequeña se balanceaba y cantaba en un columpio artesanal del patio de la casa, para que sus vecinos la escucharan. Los adultos y niños del barrio le hacían ronda para escuchar las canciones del momento en su voz. Lo veían como una hazaña de la niña e incluso le recogían monedas para dárselas. El cura, mismo que después quiso abusar de ella, la llamó para que hiciera parte del coro celestial de la iglesia.
La carilinda, la novia de la canción, la voz acariciadora como le decían en los medios periodísticos, comenzó su periplo artístico participando en el programa “Siga la Canción” de la Voz de la Patria de Barranquilla.
“En 1950 me presenté a este programa que consistía en continuar cantando lo que interpretara Ruth Valencia y en la misma tonalidad. El programa tenía como animador a Nelson Pinedo. Me tocó interpretar Humo en los Ojos; y cual sería mi sorpresa al saber que me había declarado la ganadora absoluta del concurso” recuerda Carmen.
Ganar el concurso le abrió la puerta para trabajar en el elenco de los Chaparrines, una radionovela de humor crítico que incluía canciones en su repertorio.
Cuando se pensaba, era su ascenso al estrellato en la música, Nubia se distrajo en los menesteres del amor. El primero de marzo de 1951 se casa en la ciudad de Cartagena con el médico Fernán Fortich, con quien se había reencontrado en un concurso de canto en esa ciudad. La pareja se estableció en el municipio de San Pedro, Sucre. Con él tuvo sus dos primeros hijos.
-Este triunfo fue fugaz, porque me casé y me vi obligada a truncar mi carrera cuando empezaba a sonreírme el éxito- comentó para el periódico Diario del Caribe de Barranquilla en entrevista publicada el cuatro de marzo de 1960, titulada: “Nuevos triunfos esperan a la artista barranquillera Nubia González en Caracas”. Poco duró el matrimonio. La infidelidad, siempre entrometida, cautivó a Fernán, y al poco tiempo se separaron.
Pero los infortunios del amor, que al principio doblegaron a Carmen, no fueron suficientes para que sus sueños se apagaran. Todo lo contrario, tomó aire y como el ave fénix resurgió de las cenizas. Es que su talento no podía quedarse encerrado en las cuatro paredes del dolor. El mundo debía conocer su talento y pasión por la música que llevaba consigo desde niña.
Por un tiempo hizo radio y teatro en la Heroica, otra faceta que descubrió: la actuación. Luego se vuelve a Barranquilla en el año 53 a reiniciar su carrera como cantante. Unos amigos del barrio Cevillar le dan posada. Por un tiempo trabaja como operaria de la fábrica Filta y paralelamente empieza a retomar contactos y ofrecer sus servicios. Conocedores de su talento, emisoras como La Voz de Barranquilla, Emisoras Fuentes, Emisoras Unidas la invitan a participar en programas musicales.
Buscando nuevos horizontes se traslada a la ciudad de Medellín, donde actúa al lado del humorista Guillermo Zuluaga más conocido como “Montecristo” en el programa “Hotel Bochinche”, a nivel de prueba. Luchó contra todo y contra todos, pero poco a poco fue escalando hasta hacer parte del programa Noches de Fiesta Sedeco, el de mayor calidad artística de cuanto se presentaban en la radio colombiana, transmitido por la Voz de Antioquia. Allí por dos años interpretó magistralmente todos los ritmos: boleros, cumbias, porros, guarachas y demás aires costeños. Fue artista exclusiva por un año de Sonolux, con ellos grabó “Botoncito de Oro”, “Macumba en Bogotá”, “La Cumbia de Ovejas”, “Lluvia Triste” y “Pan Amor y Besos”, entre otros.
Cabe resaltar que para esa época la radio jugaba un papel importante, además de ser la conexión con el mundo exterior, fue el entretenimiento de los colombianos: radionovelas, concursos, shows musicales en directo y el diario hablado era la programación cotidiana. Aficionados y artistas sobresalientes eran invitados a estos programas.
Mientras Colombia celebraba en 1958 su primera reina universal de la belleza, con Luz Marina Zuluaga, Nubia González reemplaza a Emilia Valencia en la orquesta del gran Pacho Galán, creador de varios ritmos, entre otros el Merecumbé y de “Ay Cosita Linda2, famosa canción que le ha dado la vuelta al mundo. A pesar de los éxitos logrados con la agrupación, como estar con la orquesta en el Primer Festival Internacional de Cine en Cartagena (1960), en giras nacionales y en el hermano país de Venezuela, Nubia tenía en mente consagrarse con su propia orquesta a nivel internacional. –Ambiciono una posición más destacada que la de crooner (cantante) de determinada orquesta, por famosa que esta sea- Respondió, al ser consultada por periodistas locales sobre su salida.
A mediados de 1960 viaja a Bogotá la “voz acariciadora”. Su amplia sonrisa, piel canela y swing caribeño llegaron para encender la fría capital de la república, la seguía una estela de éxitos logrados en la ciudad paisa. La influencia de los Beatles, amor y paz, el movimiento de caderas de Elvis Presley y la mini falda se habían tomado al país. Aun así, los ritmos colombianos y latinoamericanos seguían siendo el repertorio de Nubia González. Graba con Roberto Lambraño la famosa “Cumbia de Ovejas”. En 1970 la invitan a hacer una presentación en Ecuador. Fue tanto el éxito de su estilo musical y carisma que se quedó por un año en Quito, su capital.
Con las mieles del triunfo regresa a Barranquilla, para posicionarse como la cantante de planta del Hotel el Prado Intercontinental. Organiza su propia orquesta: Nubia González y su Combo Internacional, dentro de los músicos había dos costarricenses. Contratarlos fue un presagio para que, más tarde, conquistara a los ticos en su propio país.
En los carnavales de 1974 Nubia González y su Combo Internacional, es escuchada por el empresario costarricense Carlos Herrán, quien se maravilló con la voz cadenciosa y el ritmo de Nubia. Herrán le propuso hacer parte de la orquesta La Fabulosa de Otto Vargas, un compositor y músico, saxofonista, prodigioso y visionario de Costa Rica; que sufría por la renuncia de dos de sus mejores intérpretes. La escuchó y la contrató.
Nubia se fue con su universo caribe a otra parte. Un sueño más alcanzado. Su tenacidad dio frutos. Fue la primera mujer que cantó en el grupo. Con Vargas estuvo de giras por dos años en el país, recorrió además América Central, el Caribe y los Estados Unidos. Era la encargada de interpretar cumbias y boleros. Con la Fabulosa grabó el exitoso bolero “La Sombra” y “Cumbia Otto Vargas”.
—En su estadía acá se comportó como toda una profesional, era centrada y su estilo gustó mucho aquí —dice Juan Ramírez, el baterista de la orquesta La Fabulosa, quien a través de Otto Vargas Jr. logré contactarlo en San José, Costa Rica, en medio de esta pandemia.
Dos años después, el periódico de Barranquilla, Diario del Caribe, cubría su llegada con el titular “El regreso triunfal de Nubia González”, escrita por el periodista Sigifredo Eusse, del que extraemos el siguiente párrafo: Nubia González regresa a Barranquilla, cargada de éxitos. Hasta hace dos años era la cantante-show en el conjunto de planta de “La Cabaña” del Hotel del Prado. Pero decidió lanzarse internacionalmente y he aquí que ahora retorna triunfal, como el hijo pródigo a su tierra natal… Y continua -Con la agrupación de Otto Vargas –y con el sello de la internacional CBS ha grabado varios discos de larga duración, el último se titula “Al estilo de Otto Vargas”…
Su regreso fue el comienzo del ocaso de su célebre carrera musical. Estaba cansada. Más de 30 años pisando escenarios. Sin importar la tristeza, ni los pesares, ella actuaba muchas veces con una sonrisa fingida, se alejó de lo más queridos: su familia, entre ellos sus hijos y especialmente las mellas Ruth y Nubia, de escasos ocho años que la requerían para que les cantase antes de dormir. Los dos mayores crecieron al cuidado Griseldina cuando ella recorría continentes. Quería ser madre, ama de casa, cocinar, degustar la tranquilidad del retiro en familia, o leer; uno de sus hobbies favorito, sobre todo lecturas instructivas y la biblia, o sentarse una tarde en la terraza de su casa del barrio Cevillar a escuchar las canciones de Rafael, José José, o Roberto Ledesma a quienes admiraba.
En el mes de marzo de 1977 hizo la última presentación. Fue en la ciudad Santa Marta, en un sitio conocido como Show 2000. Iba a cumplir 49 años. No hubo despedidas, solo se retiró. Se apagó la luz del escenario de esta prolífica cantante.
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Muchas gracias Javier, excelente.
En el breve recuerdo faltó comentar que en Bogotá tuvo una presentación en el programa de Jorge Barón El Chow de las Estrellas, más no recuerdo el año.
Toda una artista ! No sabía que mi ex compañera de escuela (Janeth Fortich era hija de una gran cantante) Dios la siga bendiciendo 🙏
Excelente entrevista,que bueno y que orgullo saber sobre toda esa faceta artística de mí tía Carmen como cantante.estava muy niño cuando alcance a saber que estaba vinculada a la orquesta de Pacho galán,pero jamás llegué a imaginar lo grande y lo Berraca que fue.Felicitaciones a mis primos por permitirnos conocer más de su historia musical.
Hoy Nubia González canta al lado de nuestro Padre Celestial 🙏