Adolescentes sicarios, una alarma que Colombia no puede ignorar

Adoescentes sicarios, una alarma en Colombia. Qúe hace el estado?
Cuando el futuro empuña un arma, la esperanza se desvanece.

Tras el atentado contra Miguel Uribe Turbay, se reabre la dolorosa realidad del reclutamiento criminal de menores en el país.

El reciente ataque contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, perpetrado por un adolescente de 14 años, ha vuelto a sacudir la conciencia del país. Aunque estremecedor, este hecho no es aislado: revive episodios oscuros de la historia nacional, cuando jóvenes sicarios fueron utilizados para asesinar a figuras como Carlos Pizarro Leongómez, Bernardo Jaramillo Ossa y Rodrigo Lara Bonilla, entre otros.

Décadas después, la historia se repite. Jóvenes que deberían estar en escuelas, canchas deportivas, tocando instrumentos musicales o empuñando un pincel para colorear la vida, forjando sus sueños, terminan empuñando armas en medio de la indiferencia social y el abandono institucional.

Una infancia rota antes de tiempo

El menor implicado en el atentado contra Uribe Turbay tenía un historial preocupante: antecedentes por violencia intrafamiliar, entorno disfuncional y carencias afectivas. Como él, miles de adolescentes son arrastrados a las redes criminales por la falta de oportunidades, el hambre, la ausencia de referentes y el vacío que deja la descomposición del hogar. Este menor tiene una historia familiar marcada por el desarraigo y la ausencia de figuras paternas. El padre del joven se fue a tierras lejanas para enfrentar una guerra ajena. Su madre falleció hace varios años y quedóa a cargo de su abuela y una tia.   

Las cifras revelan que el 60% de los reclutados por estructuras ilegales tienen entre 12 y 17 años. Son adolescentes que reciben un arma antes que una Biblia, una amenaza antes que un abrazo, y un encargo de muerte antes que una razón para vivir.

Los expertos coinciden: la desestructuración familiar es un caldo de cultivo para el crimen. La figura paterna ausente, el abandono emocional y la violencia doméstica abren camino al reclutamiento. Las bandas no solo ofrecen dinero, sino pertenencia, reconocimiento y una perversa idea de poder que suple la falta de identidad y propósito.

Una herida espiritual que clama por sanidad

Más allá de las raíces sociales, hay una dimensión espiritual y moral que no puede ignorarse. Cuando se pierde el temor de Dios, también se pierde el respeto por la vida. Las generaciones actuales crecen rodeadas de odio, relativismo y confusión, sin un marco ético firme que los guíe.

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6). Esa es la tarea pendiente: formar con amor y convicción, no con indiferencia o temor.

¿Qué camino tomar?

Colombia necesita más que una política pública. Necesita un despertar moral, espiritual y colectivo. Inversión en educación, sí. Fortalecimiento familiar, también. Pero sobre todo, restituir el valor de la vida y recuperar el temor reverente al Dios que llama a la justicia, la misericordia y el perdón.

Porque mientras un adolescente empuñe un arma en lugar de una esperanza, la paz será solo un discurso y no una realidad.

Por: Javier Ahumada Bolívar

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1 Comentarios

  1. La falta de Principios éticos y morales; la falta de un temor reverente a Dios Trino y uno; la falta de amor en los Corazones; es lo que a las nuevas generaciones lo llevan a tomar decisiones equivocadas producto de la falta de moral y respeto por la vida. Dios mio como la falta de direccion y liderazgo Espiritual en la familia, llevan a lis Jovenes se hoy a buscar dinero involucrándose en caminos que solo lo llevan a ka muerte y autodestrucción. Dios guarde a nuestros hijos. Bendiciobes.

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