
Este 10 de septiembre, el mundo recibió con dolor la noticia del asesinato de Charlie Kirk, activista cristiano, esposo y padre de dos hijos pequeños. Fue atacado durante una conferencia en la Universidad del Valle de Utah, donde compartía su fe y sus convicciones. Más allá de su labor pública, Charlie fue un hombre de fe, vinculado a la iglesia y defensor de valores cristianos en medio de una cultura cada vez más hostil.
Su partida repentina nos recuerda que la vida es como neblina que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece (Santiago 4:14). Nadie tiene asegurado el mañana, por eso es vital estar firmes en Cristo, quien es nuestra esperanza viva. En medio del dolor, su último mensaje se convierte en un llamado urgente:
“No dejemos que el temor nos paralice… compartamos a Cristo sin miedo.”
Charlie Kirk no solo proclamó el Evangelio en los campus universitarios, también dejó palabras que hoy se convierten en legado:
“No permitamos que la violencia siembre odio en nuestros corazones solo porque alguien piense diferente. Precisamente, la capacidad de pensar distinto es lo que nos convierte en comunidad, y la libertad de conciencia es uno de los valores más sagrados que todos estamos llamados a defender.”
“Toma tu Biblia, llévala contigo, deja que otros te pregunten y atrévete a compartir tu fe con quienes te escuchen.”
La Casa Blanca confirmó que el presidente Donald Trump firmó una orden inmediata de pena de muerte para el tirador, en una decisión sin precedentes. Pero más allá de lo judicial, lo que permanece es el testimonio de un hombre que no se avergonzó de Cristo.
Hoy oramos por el consuelo de su familia y por una generación que se levante con convicción, valentía y fe. Que su ejemplo nos impulse a proclamar el Evangelio con fidelidad, recordando que solo en Cristo hay verdadera vida eterna.
Redacción Buenas Nuevas
Te puede interesar leer:

Sé el primero en comentar