En Barranquilla taxis instalan paneles para frenar el Covid19

Delfín Carretero Calderín es uno de esos hombre que sostiene que lo que bien se aprende en la vida, nunca se olvida. Por eso sentarse por horas en una máquina de coser para él no es otra cosa que recordar sus tiempos de joven, cuando trabajó en el sector de las confecciones y que ahora esa experiencia le está sirviendo para echar adelante una interesante idea de negocio en estos días de confinamiento obligatorio.

El caso es que saber coser le sirvió en estos momentos a Delfín para encontrarse solución a la petición de los conductores de los taxis que él tiene. Ellos le estaban reclamando medidas de seguridad para evitar ser contagiados con el coronavirus durante el trabajo.

“Me senté a revistar en internet a ver que había y fui viendo algunos modelos de cabinas protectoras en China, Argentina, hasta que fui armando lo que necesitaba”, cuenta Delfín un barranquilleros de 55 años, residente del barrio La Victoria, en el sur de Barranquilla, quien ha logrado diseñar y montar un protector antivirus que ya no solo lo tienen sus carros, sino que ahora ya solicitan otros taxistas

Delfín aprovechó estos días de cuarentena y se volvió a sentar en la vieja máquina de coser a trabajar en un prototipo de foro de protección para sus tres carros. “Trabajé en la confección cuando era pelao, ese negocio se puso duro y me dedique al transporte público, del que ahora vivo”, cuenta.

El trabajo de sastre lo aprendió muy bien, al punto que cuando se baja del carro, prende la máquina y confecciona su ropa y hasta les hace algunas piezas a sus hijas. “Lo que bien se aprende nunca se olvida, ahora estoy sentado otra vez cosiendo, pero no ropa sino protectores para los taxistas”, dice el hombre.

El modelo que en estos momentos Delfín está implementado en los taxis, es una especie de cabina,  que genera una protección tanto al conductor como al pasajero.

Utilizó como material tela quirúrgica, aprovechando que no pesa, es fácil de manipular y lo más importante que no deja pasar fluidos. En la mitad diseñó una ventana, en acrílico, que le permite al taxista trabajar con espejo retrovisor y de paso tener contacto visual con el usuario.

Allí mismo hay un bolsillo, asegurado por una corredera que es donde está el espacio para el pago del servicio y la entrega de vueltos.

Cada cabina cuesta 50 mil pesos y en dos semanas de estar produciéndolas, vendió  cinco docenas y cada día crecen más los pedidos. “Me tocó contratar a vecinas y amigos para armar, ya que no doy abasto. Yo corto las piezas y ellos pegan, de paso ayudó a esta gente que no estaba haciendo nada”.

Delfín no ha colocado publicidad, su producto se conoce gracias al voz a voz de taxistas y pasajeros. “Hay que hacer una vaina que taxista se sienta bacano y seguro, eso fue lo que inventé yo”, puntualiza el hombre  que quizás a esta hora este pegado a la máquina de coser dándole pedal, como lo hizo alguna vez de joven.

Foto: Carlos Capella / EL TIEMPO

Publicado por El Tiempo, escrito por Leonardo Herrra Delgans

4 Comentarios

  1. Que bendición, esa es la resiliencia, en los momentos más adversos, nos reinventamos aportando a la sociedad nuestra capacidad creativa, todos tenemos ese potencial, todos somos resilientes. Excelente artículo.

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