La gente de Corea del Norte se ha acostumbrado a vivir sin libertad de expresión, religión e incluso pensamiento. El gobierno suele enviar espías a las reuniones cristianas para detener a los líderes y a sus miembros, pero uno de esos espías norcoreanos pudo experimentar la verdadera libertad en Cristo.
Kim Sang-Hwa* es un desertor norcoreano y nos comparte que en las reuniones secretas entre cristianos también solían ir espías enviados por el gobierno, que fingían tener la misma fe para encontrar pruebas de sus “creencias cristianas” y poder enviarlos a prisión. “Entre las personas que visitaron las reuniones secretas también había algunos no creyentes, incluso espías”, comenta Sang-Hwa.
Uno de los hombres que espiaba al padre de Sang-Hwa en sus reuniones, se arrepintió y reveló su verdadera identidad. Él confesó: “Sé todo sobre ti, tu familia y tu fe. Yo era un espía y me ordenaron vigilarte. Ahora sé que usted es un buen hombre. Nunca le dije a nadie que eras cristiano. Dime cómo puedo convertirme en cristiano también”, dijo el espía. “Este hombre se arrepintió y entregó su vida a Cristo”, afirma Sang-Hwa.
Sang-Hwa no supo de la fe de sus padres hasta que los descubrió accidentalmente. A los 12 años, encontró una Biblia escondida en el armario y comenzó a leer. Años antes, ya había descubierto a sus padres escuchando una radio cristiana en medio de la noche. “¿Debo visitar al oficial de seguridad? Durante quince días no pude pensar en otra cosa. Sabía que era mi deber informar sobre este libro ilegal, y sobre mis padres. Pero era mi familia. Y también me pregunté: ‘¿Quién es este Dios?’”, recuerda Sang-Hwa.
Finalmente, Sang-Hwa tuvo el coraje de preguntarle a su padre. “Allí empezó a explicarme la historia de la creación, incluyendo cómo Dios hizo a Adán y Eva”, dice. Su madre le enseñó a memorizar versículos de la Biblia y también le explicó el Evangelio. Su abuelo le enseñó a orar y le habló de la segunda venida de Jesús. La ferviente fe de su familia lo motivaron a seguir a Cristo.
Años más tarde, la familia se fue a Corea del Sur, donde ahora viven. Sin embargo, Sang-Hwa todavía tiene el deseo de regresar para contar las Buenas Nuevas a su gente. “Hay mucha más libertad aquí en el sur, pero me gustaría poder regresar a Corea del Norte y compartir el Evangelio con la gente de allí y tener comunión con los creyentes locales”, revela.
(*) Nombre modificado por razones de seguridad / Imagen referencial
Tomado de Impacto Evangelístico MMM
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