
Hasta hoy, 16 de junio de 2025, la guerra entre Israel e Irán ha escalado a niveles sin precedentes, con consecuencias devastadoras tanto en el plano militar como geopolítico y humanitario.
Israel lanzó el 13 de junio la operación “León Naciente”, una ofensiva aérea masiva contra instalaciones nucleares, militares y de inteligencia en Irán. El objetivo declarado fue frenar el programa nuclear iraní, tras informes del OIEA que señalaban incumplimientos graves por parte de Teherán. En respuesta, Irán ha lanzado oleadas de misiles y drones contra ciudades israelíes como Tel Aviv y Jerusalén, dejando al menos 24 muertos y decenas de heridos.
Israel afirma haber logrado supremacía aérea sobre Teherán, destruyendo más de 120 lanzadores de misiles y controlando el espacio aéreo desde el oeste de Irán hasta su capital. Sin embargo, las instalaciones nucleares subterráneas, como Natanz, no han sido alcanzadas, lo que limita el impacto estratégico de los ataques.
Desde el punto de vista internacional, la situación ha generado preocupación global. El Organismo Internacional de Energía Atómica advirtió sobre el riesgo de una catástrofe nuclear regional si continúan los ataques a instalaciones sensibles. Rusia y China han condenado la ofensiva israelí, mientras que EE. UU. ha pedido contención, aunque sin intervenir directamente.
En el plano económico, el conflicto ha provocado un aumento del 15% en el precio del petróleo, debido al temor de interrupciones en el suministro desde el Golfo Pérsico.
En resumen, el conflicto ha pasado de ser una tensión latente a una guerra abierta con consecuencias impredecibles. Israel ha logrado avances tácticos, pero aún no ha alcanzado una victoria estratégica clara. Irán, por su parte, ha demostrado capacidad de respuesta y mantiene intactas partes clave de su infraestructura nuclear. La comunidad internacional teme que esta escalada desemboque en una crisis regional de gran escala.
Esperanza encendida en tiempos de guerra
Cuando los cielos se oscurecen con misiles y las ciudades tiemblan bajo el estruendo de la guerra, es difícil imaginar que, en medio de ese caos, aún puede arder la luz de una esperanza eterna. El conflicto entre Israel e Irán no es solo una lucha geopolítica: es una señal más del clamor profundo de la humanidad por justicia, verdad y redención.
Israel, el pueblo escogido por Dios, una vez más se encuentra en el ojo de una tormenta que no ha dejado de sacudirlo a lo largo de la historia. Pero Dios no ha dejado de ser fiel. Sus promesas siguen en pie. “No duerme el que guarda a Israel” (Salmo 121:4). Su mano sigue obrando, incluso cuando no podemos entender el panorama completo.
Como creyentes, no estamos llamados a caer en el temor, sino a discernir los tiempos. Jesús dijo que en los últimos días oiríamos de guerras y rumores de guerras, pero también nos animó a no turbarnos (Mateo 24:6). Hoy más que nunca, es necesario mantener las lámparas encendidas, orar por la paz de Jerusalén (Salmo 122:6) y ponernos de pie como intercesores por las naciones.
La guerra no solo ocurre con armas; muchas veces comienza en las palabras, en los odios no sanados, en la desobediencia al consejo de Dios. Por eso, nuestro clamor hoy no es solo por cesar el fuego, sino por despertar los corazones. Que en medio de esta convulsión mundial, surjan voces de sabiduría, líderes guiados por el Espíritu, y pueblos que reconozcan que fuera de Dios no hay salida duradera.
Orar sin cesar
Hoy más que nunca, el pueblo de Dios debe levantarse en batalla. No una guerra de violencia y destrucción, sino una guerra espiritual, aquella que nos dejó Jehová de los Ejércitos, y que se libra en los ámbitos invisibles pero determinantes del espíritu.
Las tinieblas avanzan, la confusión gana terreno, y los valores eternos enfrentan ataques constantes. El enemigo no usa ejércitos convencionales, pero sí estrategias de engaño, división, temor y opresión. Por eso, no podemos quedarnos inactivos. La Palabra nos recuerda: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo” (Efesios 6:12).
Las armas del creyente son distintas a las del mundo. Nuestro arsenal incluye la oración ferviente, el ayuno, la fe inquebrantable, la justicia y la proclamación de la verdad. No hay poder mayor que un pueblo unido en intercesión, un ejército espiritual que conoce su autoridad en Cristo.
Cuando la guerra espiritual se intensifica, la luz debe brillar aún más fuerte. Es tiempo de levantar murallas de oración por nuestra nación, por nuestras familias, por la Iglesia, por aquellos que aún no han visto la verdad. La victoria ya está asegurada en Jesús, pero depende de nosotros caminar en ella.
Hoy, el llamado es claro: encender las lámparas, tomar las armas del Espíritu y permanecer firmes en la batalla. No con miedo, sino con autoridad. No en desesperación, sino en esperanza. Porque el que nos envió no ha perdido ninguna batalla, y su reino prevalecerá.
Oremos
En este día nos acercamos a Ti con el corazón sensible, conmovido por el dolor que embarga a las naciones. Las bombas caen, los pueblos sufren, las familias lloran… pero Tu voz sigue diciendo: “Clama a mí, y yo te responderé”.
Hoy intercedemos por Israel, Tu pueblo escogido. Guarda sus ciudades, consuela a sus familias, da sabiduría a sus gobernantes. También oramos por Irán, por su gente, por los inocentes atrapados en medio del odio. Solo Tú puedes transformar corazones endurecidos y convertir el estruendo de la guerra en un murmullo de arrepentimiento.
Extiende tu mano sobre Colombia, nuestra tierra. Líbranos del espíritu de división, de violencia política, de agendas humanas que ignoran Tu voluntad. Levanta líderes íntegros, humildes y llenos de temor de Dios, que trabajen por la reconciliación. Amen.
Redacción Buenas Nuevas
Te puede interesar leer:

Sin lugar a dudas estamos viviendo Iglesia tiempos Apocalípticos de cumplimiento Proféticos y es necesario que el Señor despierte a su Pueblo a traves de esta guerra iniciada entre Israel e Irán que pone en peligro la Paz mundial; vendrán acuerdos de Paz entre las Potencias Mundiales y la Niblia enseña que cuando hablen de Paz vendra’ lo Inesperado; una guerra que durará poco ya que aparecerá un supuesto Salvador Líder Mundialvy ese será el Anticristo; ofreciendo el Sol, la Luna y Las Estrellas; que aparentemente funcionara’ pero a los 3,5 años se quitará la Careta y el Señor vendra e por su pueblo arrebatando la Iglesia y empezara la Tribulación y luego la gran Tribulación; hasta que Cristo regrese por segunda vez u destruya a sus enemigos.