Por: Miguel Ángel Silvera Padilla
No han sido alentadores los primeros meses del 2019 en materia ambiental; ya que se han presentado cambios abruptos entre los que se encuentra la caída de nieve en Hawái, la migración de osos polares a islas rusas y las bajas temperaturas en Chicago – Estados Unidos, que en comparación al otro lado del mundo en Australia, el calor supera en ocasiones los 45 grados.
Asimismo, pareciera que hablar de este asunto no tuviera relevancia para algunos gobernantes y sectores de la sociedad que no dan muestra del compromiso con políticas ambientales o sensibilización hacia la ciudadanía que propicie un mejor manejo de los recursos naturales.
Entre tanto, es el 2030 la fecha límite de la humanidad para evitar una catástrofe global, el tiempo para actuar se nos está acabando, se asegura en el último anuncio del IPCC, (por sus siglas en inglés) que ha sido descrito como “un último llamado” para salvar a la Tierra de una inminente desgracia.
La extinción total de los arrecifes de coral, diez millones de personas más expuestas a inundaciones, cada vez menos zonas aptas para el cultivo de cereales y sin mencionar el número de especies extinguidas a lo largo de los años.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) publicó en el 2018, un informe especial que solicita “cambios rápidos, de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad” para limitar el calentamiento global provocado por el hombre a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
El dictamen, preparado por 91 científicos de 44 países, es un documento de la ONU que manifiesta la evidencia científica del cambio climático y su impacto actual y proyectado en todos los ecosistemas de la tierra.
El reporte también habla de medidas que se pueden tomar a nivel individual; estas incluyen: comprar menos carne, leche, queso, mantequilla y más alimentos de temporada producidos localmente (además de desperdiciar menos comida) conducir automóviles eléctricos y caminar o usar la bicicleta, tomar trenes y buses para reemplazar los aviones, secar la ropa al sol en vez de utilizar secadoras. Entre otras.
Por su parte, Colombia avanza en la regulación para la gestión ambiental buscando orientar las decisiones de entidades públicas y privadas, gracias a la ley 1931 de 2018 que tiene como objetivo impulsar el desarrollo de acciones de mitigación de gases efecto invernadero y de adaptación al cambio climático. Pero retrocede con situaciones de deforestación, el desastre ambiental ocasionado por el cierre de las compuertas del proyecto de Hidroituando, para citar solo dos ejemplos.
Y es aquí donde entra en escena La Biblia. Esta nos hace mención a profecías que hablan del fin de los tiempos, en donde aparecerán señales por todo el mundo que nos harán saber que el tiempo de la segunda venida de Cristo ya se acerca. Algunas de estas señales son del tipo “desastres naturales”, de una manera considerable, como nunca antes habían ocurrido en la historia.
Exhorto entonces, a cada individuo a tener el más férreo sentido de pertenencia por este, nuestro planeta, que estamos acabando y que cada día grita por su vida esperando un buen uso de sus recursos por parte de la humanidad.
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