El sitio donde expendía y consumía drogas alucinógenas, es hoy es el lugar donde predica la palabra de Dios
Por: Javier Ahumada Bolívar
Leonardo Villalba, vivió más de cuatro años de “jíbaro”, o lo que es lo mismo vendedor de drogas a los jóvenes y adultos del sector de la avenida circunvalar a la altura del barrio Los Girasoles, sur occidente de Barranquilla, el sitio fungía como un billar, venta de licor y juegos de “maquinitas”, al mismo tiempo funcionaba y aún funciona un lavadero de carros.
Desde joven Villalba consumía drogas y alcohol los fines de semana, era un “consumidor social”, trabajaba en La Zona Franca de Barranquilla, y allí, en el año 2004 sufrió un accidente laboral que lo postró a una silla de ruedas por casi dos años. En medio de su convalecencia una amiga, Maribel Vergara, le predicó y lo llevó a los pies de Cristo.
Muchas veces buscamos de Dios para que nos haga el milagro… Después de su recuperación, sin trabajo y con obligación familiar, decidió entrar al oscuro negocio de expendedor: se convirtió entonces en consumidor y vendedor. Vio y vivió como, poco a poco, un adolescente cae en las temibles garras de la drogadicción hasta convertirlos en piltrafas; así como hombres de “buena reputación” llegaban al sitio a consumir.
Pero Dios tiene un propósito divino con cada uno de nosotros y no descansa hasta cumplirlo. Mientras andaba en esa oscuridad, una luz siempre se le asomaba al final del túnel. Salían de los socavones de su mente las palabras de su abuela cristiana: Cristo te ama. En varias ocasiones y queriendo limpiar sus pecados algo lo impulsaba a asistir a la iglesia, a veces bajo los efectos del alcohol y la droga. La semilla de la Palabra sembrada comenzaba a surtir efecto en su vida.
Dejar de hacer el mal, creyendo que era su camino para la supervivencia, no fue un camino simple para Leonardo. Muchas personas encuentran en esta actividad “El ser Jíbaro”, una buena forma de hacer dinero, importando solo el fin, no los medios, como tampoco las consecuencias que esto acarrea a la sociedad. Era un verdugo para esta generación y sin conciencia. Dios, gradualmente fue otorgando esa mirada de amor al prójimo, fue despertándome de un tiempo de muerte.
En el año 2009, a raíz de un inconveniente con el primo con quien compartía el “negocio”, y conociendo del temor de Dios, decide apartarse de las ventas. Ahora consumía, bebía y andaba con mujeres. Su matrimonio sufrió las consecuencias, Carmen su esposa, decide irse de la casa en octubre de 2012, ya cansada de maltratos físicos y una vida llena de contiendas.
Todo pasa para bien, ese fue el motivo para que Leonardo buscara definitivamente entrar por la puerta estrecha y caminar por el angosto camino que lleva a la vida. Se bautiza reafirmando su compromiso con el Señor. Entra a trabajar en el Hospital de Barranquilla. En el mes de diciembre su esposa le da otra oportunidad, bajo la condición que no quería saber nada de evangélicos en su casa.
Carmen no le creía. Las anteriores promesas de cambios no llegaron a ninguna parte, ¿quién garantizaba que ahora sí? Su esposo oró por ella y su testimonio empezó a cambiar a Carmen. “Fue una lucha, yo no le creía y al ver los cambios de él, un día le dije que lo acompañaría a la iglesia y desde ese momento cambió mi vida, le pedí a Cristo que me renovara el amor por él y Dios cumplió, hoy nos amamos más que nunca y vivimos en permanente luna de miel”. Comenta entre risas, Carmen Inés Armella, una enfermera quien desde pequeña llegó a esta tierra procedente de Soplaviento, Bolívar.
Sal de tu tierra
“Vete de tu tierra y de tu parentela”, predicaban los pastores en más de una ocasión, palabras que llegaban a lo profundo del corazón de Leonardo como señal divina, hasta confirmar su partida al vecino país de Venezuela, a finales del año 2013. Fue un tiempo de preparación y crecimiento. Durante tres años el Señor los preparó. En el mes de junio de 2016 migración Venezuela no le renovó más su estadía, lo que promovió una reunión con sus autoridades espirituales, en la que se concluyó que esto era una señal, para que regresaran a Colombia.
Mientras salían, Dios le mostró a Leonardo una visión, que era además una misión: Llegarían al sitio donde en otrora expendía estupefacientes.
Un 16 de junio de 2016, llegó Leonardo y tres meses después su esposa e hijos. Fijaron en el lavadero su espacio de residencia y sin perder tiempo comenzaron a visitar a los vecinos del sector y organizar reuniones que poco a poco fueron creciendo, hasta convertirse en una congregación que hoy alberga unos 70 miembros, bajo la cobertura de la “Federación Centro Cristiano Para Las Naciones, cuya sede principal se encuentra en Caracas, Venezuela, liderada por el apóstol Raúl Ávila.
De verdad que al recordar cada cosa que viví, y las que hoy Dios permite vivir, me quebrata porque uno, No, califica para esto, hoy tengo luchas diferentes y que en estás también se Glorificara a nuestro Señor Jesucristo.. lo hizo una vez lo volverá hacer una vez más…