Si analizamos en las Sagradas Escrituras, en el A.T. el libro del profeta Nahúm, las causas por las cuales Nínive fue destruida totalmente, 150 años después de las predicciones de Jonás, cuando no se consumó la devastación a raíz del arrepentimiento total de sus habitantes, esas causales fueron: sangre, mentira, rapiña y pillaje. Así dice textualmente el capítulo 3:1 de Nahúm: “¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de incesante rapiña, sin apartarse del pillaje!”.
Si hacemos una transposición de estas palabras a nuestro medio, vemos claramente y con asombro, cuánta similitud de caracteres de esa ciudad antigua se encuentra con Colombia. Pues aquí lo que impera es: la sangre, o sea, el crimen y la violencia cotidiana; la mentira y el engaño, hasta el punto de llegar a conocerse internacionalmente al colombiano por pícaro y embustero; la rapiña y el pillaje, la deshonestidad y la corrupción administrativa de la clase política o gubernamental, rayando en la delincuencia común.
Todas estas cosas vienen sucediendo secularmente en nuestro país colombiano. Pero no olvidemos que arriba está Dios, y su ira como una espada de Damocles sobre cada hombre pecador. Recordemos estas palabras de la profecía de Nahúm de Elkosh en su libro sobre la visión y profecía respecto a Nínive: “Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable” (Nah. 1, 2-3)
Los huracanes que han azotado recientemente a San Andrés, La Florida, etc.; los continuos terremotos en Turquía y Siria inclusive temblores en el Departamento de Santander en nuestro país y casi todas las latitudes del mundo; la reciente difusión del virus del covid en todo el planeta; el progresivo secamiento de los ríos, quebradas y fuentes de agua; inundaciones provocadas por lluvias torrenciales; el cambio climático y calentamiento global, el desempleo, el hambre de La Guajira, el Chocó, etc., el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, y muchas cosas más, nos dan margen para pensar en estas apocalípticas palabras de Ezequiel: “El fin, el fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra” (Ez. 7.2).
Escrito por el hermano JOSE L. ANGULO MENCO,
filosofo, escritor, especialista en Ciencias Religiosas y Sagradas Escrituras y docente universitario.
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