En un mundo donde las palabras se convierten en banderas y las opiniones en trincheras, la Real Academia Española (RAE) ha designado a “polarización” como la palabra del año. Este término, que refleja la profunda división y confrontación en nuestras sociedades contemporáneas, se extiende como una sombra sobre la cohesión social y, lamentablemente, incluso invade espacios que deberían ser de unidad y amor: las iglesias cristianas.
La polarización, en esencia, es el resultado de la fragmentación de opiniones, la creación de extremos irreconciliables y la pérdida de la capacidad de diálogo. En un mundo cada vez más conectado, paradójicamente, nos encontramos más distantes en términos ideológicos y políticos. La falta de empatía, el miedo al cambio y la incapacidad de aceptar la diversidad de pensamiento han alimentado este fenómeno.
La Triste Realidad en las Iglesias
Resulta alarmante observar cómo la polarización, un cáncer social, se ha infiltrado incluso en los recintos que se suponen son refugios de amor y unidad: las iglesias cristianas.
El evangelio de Cristo, que proclama el amor incondicional y la aceptación, se ve empañado por la polarización. En lugar de abrazar la diversidad de pensamiento, se han creado campos de batalla donde las opiniones políticas o sociales, e incluso religiosas, determinan quién es aceptado y quién es rechazado. Esta realidad es una afrenta directa a la esencia misma del mensaje cristiano.
No es raro presenciar cómo las iglesias, en lugar de ser puentes entre personas con distintas ideas, se han convertido en muros que separan, en donde aquellos que no comparten una ideología específica son marginados o incluso expulsados. Se olvida que la fe no debe ser una barrera para la convivencia armoniosa, sino un vínculo que trasciende las diferencias mundanas.
La Advertencia Bíblica
La Biblia, lejos de fomentar la división, advierte contra ella. En Efesios 4:3 se nos insta a “hacer todo esfuerzo por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”, y en Romanos 12:16 se nos exhorta a “vivir en armonía los unos con los otros”. La polarización no es solo un obstáculo para la comunión, sino que también impide el crecimiento espiritual y la manifestación del amor cristiano.
El Impacto Nacional y Estatal
Más allá de las paredes de las iglesias, la polarización política ha minado los cimientos de la sociedad. La incapacidad de llegar a acuerdos, el desprecio por las ideas contrarias y la constante confrontación han debilitado nuestra capacidad de progresar como nación. La división nos ha alejado de la construcción de un país donde la diversidad de pensamiento sea un activo en lugar de una barrera.
Dejar a un Lado la Polarización
Es tiempo de reflexionar y actuar. La polarización no es el camino hacia la solución de nuestros problemas; es la semilla de la discordia y el estancamiento. Debemos buscar la empatía, la comprensión y la disposición a dialogar, recordando las palabras de Mateo 5:9: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
En conclusión, mientras la palabra “polarización” ha sido designada como la palabra del año, su efecto en nuestras vidas debería motivarnos a trabajar arduamente para superarla. El camino hacia una sociedad más unida y un mundo mejor comienza con el reconocimiento de nuestra diversidad y la voluntad de entendernos mutuamente, dejando de lado la polarización para abrazar la unidad en la diversidad.
Si las iglesias, en lugar de ser faros de luz y amor, se convierten en espejos de la sociedad polarizada, ¿cómo pueden inspirar un cambio positivo en el mundo? Es crucial que las congregaciones reencuentren su propósito original de ser agentes de amor y unidad, derribando las barreras creadas por la polarización y abrazando la diversidad como un reflejo de la grandeza de la creación divina.
Escrito por: Joel David Serrano Márquez Administrador de Empresas. Teólogo Bíblico Ministerial. Especialista en Gerencia de Producción y Operaciones Logísticas. Maestrante en Inteligencia de Negocios.
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