El rostro oculto del suicidio toca los niños

Los niños son tocados, ahora el rostro del suicidio los toca
Las cifras son para alarmarnos

Aunque el más reciente informe de la Secretaría de Salud del Atlántico reporta una leve disminución en los intentos suicidas —306 casos frente a 356 en el mismo periodo de 2024— las cifras siguen siendo alarmantes, especialmente entre niños, niñas y adolescentes.

En el Atlántico, solo en lo corrido de 2025, se han reportado 306 intentos de suicidio, de los cuales 7 corresponden a menores entre 6 y 11 años, y 111 a adolescentes entre 12 y 18 años. Esto representa casi la mitad de los casos totales, lo que confirma que la niñez y adolescencia están siendo gravemente afectadas Estas cifras no incluyen el subregistro: aquellos casos que no se reportan por miedo, desconocimiento o estigmatización, lo que agrava aún más el panorama.

Este fenómeno no es exclusivo de nuestra región. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la tasa de mortalidad por suicidio en las Américas ha aumentado de 8,2 a 8,9 muertes por cada 100.000 habitantes entre 2014 y 2019. A nivel global, la ONU ha advertido que el suicidio es una de las principales causas de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años, y que los efectos de la pandemia, la desigualdad, la violencia y la falta de acceso a salud mental han exacerbado esta crisis silenciosa. En palabras de UNICEF, “una tragedia tan generalizada y prevenible no debería aceptarse como inevitable”.

El entorno

Pero centrémonos en los menores de edad. Es profundamente alarmante —y tristemente real— lo que estamos viendo. Un niño de apenas seis años, que a esa edad debería estar jugando fútbol o con muñecas las niñas, cómo puede llegar a pensar en el suicidio. Esto sucede cuando su entorno deja de ofrecerle protección, afecto y significado. En esa etapa de desarrollo emocional, muchos pequeños enfrentan violencia familiar, abandono, maltrato físico o psicológico, bullying escolar o una dolorosa carencia afectiva, que termina quebrando su sentido de valor y pertenencia. Si ese niño no encuentra una voz que lo afirme, un abrazo que lo consuele o una guía que lo ayude a nombrar su dolor, su mente —aún inmadura— puede concluir que su vida no tiene sentido.

Es allí donde, como enseña la Palabra en Proverbios 22:6, necesitamos “instruir al niño en su camino”, no solo desde la disciplina, sino también desde el amor, la escucha y la seguridad emocional. Porque antes de corregir, hay que abrazar; antes de reprender, hay que comprender.

Clama a mí…

La psicóloga cristiana de familia Dra. Marlyn Pérez Martes, con más de 20 años de experiencia en salud emocional y espiritual, advierte que “el alma herida no siempre grita, pero sí se apaga lentamente”. Desde su enfoque psico-bio-espiritual, señala que muchos niños y jóvenes están creciendo sin referentes afectivos sólidos, con hogares fragmentados y una sobreexposición a redes sociales que distorsionan el valor de la vida. “La falta de propósito, la desconexión espiritual y el vacío emocional son caldo de cultivo para la desesperanza”, afirma.

Frente a esta realidad, la Palabra de Dios nos recuerda: Clama a mí, y yo te responderé” (Jeremías 33:3). La iglesia, la familia y la comunidad están llamadas a ser canales de escucha, restauración y esperanza. No basta con reducir cifras: debemos sanar corazones, acompañar procesos y proclamar que la vida tiene sentido, porque fue diseñada por un Dios que ama, restaura y da propósito. Que cada intento frustrado de vivir encuentre en nosotros una mano extendida y una voz que diga: “No estás solo, aún hay esperanza, Dios está contigo”.

Escrito por Javier Ahumada Bolívar

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1 Comentarios

  1. En estos Últimos Tiempos es claro que detrás del telón hay una agenda de muerte para la Niñez, la Adolescencia que por diversos motivos sociales se encuentran envueltos en conflictos que ellos nunca pensaron estar incluidos y por la falta de formación tanto Espiritual como familiar; están tomando la peor decisión de su vida como lo es quitarse la Vida.El enemigo sabe que esa es la población más sensible para caer en sus redes de tristeza y desesperacion. La familia debe volver a la Oracion; a asistir a la Iglesia no sólo el día Domingo, sino’ también durante algún día de la semana a para fortalecerse y volver a los Pies de Jesus6; el único Camino que nos ofrece Paz, amor y Esperanza a un mundo envuelto en el caos y la desesperanza. Bendiciones.

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