Colombia ahora mismo es una nación en llamas. La pandemia actual ha sido el detonante que ha puesto al descubierto su crisis económica. Es por eso, que los dirigentes consideraron la necesidad de implementar una reforma que permita solventar las finanzas públicas y la permanencia de los programas sociales.
Pero para lograr este cambio económico, propusieron echar mano a los impuestos y la modificación del gravamen para las personas naturales y jurídicas (La Republica, 2021). Tras esta decisión, los colombianos se revelaron en contra del gobierno, saliendo a las calles para protestar en contra de esa iniciativa. Dentro de estas marchas pacíficas, la delincuencia y el vandalismo provocaron una batalla campal en contra de la policía, dejando como resultado decenas de heridos y el deceso de muchos colombianos.
A pesar de la caída de esta reforma, en Colombia se sigue respirando inconformismo, debido a que por muchos años el país ha manejado una alta tasa de desempleo, alto índice de la delincuencia, una salud pública en unidad de cuidado intensivo y lo peor, una corrupción que carcome la economía y la integridad del país.
Tras estas grandes zozobras que los colombianos están viviendo, desean una solución estructural. Pero queda claro que el uso de la violencia por medio de las protestas, son actos que dificulta conseguir una salida prospera a este problema que por años nos han acompañado. Como diría el expresidente de Puerto Rico Joaquín Balaguer: “Un país rico, pobremente administrado”. Frase que fácilmente podríamos contextualizar en esta patria, que durante décadas se ha enlodado por actos bochornosos que involucran el dinero.
LO QUE SE VIENE
¿Será que Dios es ajeno a esta situación?, para nada. En las sagradas escrituras dice lo siguiente: “…porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados a muchos dolores” (1° Timoteo 6:10).
Esto refleja que muchas de las consecuencias devastadoras de un gobierno, nacen por la codicia de la plata, logrando que unos cuantos sean los enriquecidos, mientras que la mayoría de los ciudadanos (clase media y baja) sigan aguantando hambre por comer de las migajas que sobran y caen debajo de la mesa.
Nos hemos puesto a pensar sobre el verdadero culpable de esta terrible situación, ¿será el gobierno o los colombianos que decidieron votar en una urna a favor de los que hoy nos lideran?
¿Es justo que esta nación continúe de la misma forma?, las protestas son necesarias y deben seguir, pero con mucha paz. La lucha no debe parar, se debe seguir exigiendo por los derechos, por justicia y que haya una verdadera equidad.
Después de una gran tempestad viene la calma, creo fervientemente que Colombia se levantará, por lo tanto, el águila que está en su escudo abrirá sus alas y su nación quedará en lo más alto de la cima. ¿Será fácil lograrlo? Para nada, pero si nos unimos, convertiremos a Colombia en una nación digna de vivir.
Escrito por: *Jean Carlos Fontalvo *Comunicador Social con experiencia en motivación personal
Foto: Natalia Angarita| Rtve.
También te puede interesar leer: Somos y seremos imperfectos
1 Trackback / Pingback