Comentarios Bíblicos: La Vid verdadera

La Vid Verdadera

Habló Jesús diciendo: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

Todo el pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.” (Juan 15: 1-6).

De estos versículos se infiere, primeramente, que la unión entre Jesucristo y los creyentes es muy estrecha. Él es la “Vid” y ellos los “sarmientos”.

La unión que existe entre el ramo de la vid y el tronco principal es de lo más estrecha que puede concebirse. De ella depende la vida, la fuerza, el vigor, la lozanía y la fertilidad del ramo. Separado este de aquella, se marchita y se seca. La savia que afluye del tronco es lo que alimenta las hojas, los botones, las flores y la fruta. Tan estrecha y tan real como esta unión es la que existe entre Jesucristo y los creyentes. Por sí mismos, estos no tienen ni vida, ni vigor, ni fuerzas espirituales. La fuente de su actividad religiosa es Jesucristo. Lo que son, lo que sienten, lo que hacen, todo es debido a la gracia y el poder que Él les comunica. Unidos al Señor por medio de la fe y ligados a Él misteriosamente por el Espíritu, hacen su peregrinación en este mundo y lidian con buen éxito contra todos sus enemigos.

De estos versículos se desprende, en segundo lugar, que, así como hay cristianos verdaderos, los hay también falsos. Hay sarmientos en la vid que parecen ligados a la cepa, y que, sin embargo, no producen fruto alguno. Hay hombres que parecen ser miembros del cuerpo de Cristo, y no obstante en el postrero día tal vez resultara que su unión no había sido vital.

En todas las iglesias hay cristianos que han hecho profesión de fe y cuya unión con Jesucristo es, sin embargo, solamente aparente. Algunos de ellos se han unido por medio del bautismo; otros han ido más allá y comulgan con regularidad y discurren en voz alta sobre materias religiosas; más todos ellos carecen del único elemento esencial. A pesar de todos los oficios divinos a que han concurrido, de los sermones que han oído, de los sacramentos de que han participado, en su corazón no ha penetrado ni la gracia divina, ni la fe, ni el influjo del Espíritu Santo. Es que no están unificados con Jesucristo, es que parecen vivir, pero en realidad están muertos.

Con mucha propiedad se simboliza a los cristianos de esta laya por medio de los sarmientos de una vid que no produce fruto alguno. Inútiles y detestables como son, lo que puede hacerse con esos sarmientos es cortarlos y arrojarlos al fuego. Nada absorben del tronco, y nada producen por el lugar que ocupan. Así sucederá en el último día con los pseudo-cristianos. Su fin, si no se arrepienten, será terrible. Serán separados de los verdaderos creyentes, y arrojados, como ramos marchitos e inútiles, en el fuego eterno. Cualesquiera que hayan sido sus ideas en esta vida, en la otra se apercibirán de que hay un gusano que nunca muere y un fuego que nunca apaga. De estos versículos se colige, en tercer lugar, que los frutos del Espíritu ofrecen la única prueba satisfactoria de que un hombre dado sea verdadero cristiano. El discípulo que “permanece” en Jesucristo, como el pámpano que permanece en la vid, siempre producirá fruto.

El que desee saber lo que fruto significa, en este caso, obtendrá prontamente una respuesta. El arrepentimiento ante Dios, la fe en nuestro Señor Jesucristo, la santidad de vida, he aquí lo que en el Nuevo Testamento se llama fruto, he aquí lo que distingue al que es vástago viviente de la verdadera vid. Donde eso falta es en vano querer encontrar gracia latente o vida espiritual. En donde no hay fruto no hay vida.

La verdadera gracia nunca está ociosa, nunca permanece indiferente o se amortece. Es un engaño suponer que somos miembros vivientes de Jesucristo, si no imitamos el ejemplo que Él nos legará. El Espíritu de vida en Cristo Jesús se dará a conocer en la conducta diaria de aquellos que están penetrados de su influjo.

El Maestro dijo: “Todo árbol se conoce por su fruto”.

Inferimos, por último, de estos versículos, que Dios aumenta a menudo la santidad de los verdaderos creyentes por medio de sus visitaciones. Escrito está: “Todo pámpano que lleva fruto, le limpia (o le poda), para que lleve más fruto”.

El sentido de estas palabras es bien claro. Así como el viñador segrega y poda los ramos de una vid fructífera, a fin de que lleven más fruto, así Dios purifica y santifica a los creyentes por medio de las circunstancias de que los rodea.

Para expresarnos en lenguaje más claro, el sufrimiento y el infortunio son el medio de que hace uso la Providencia para purificar a los cristianos. Por medio del sufrimiento los hace Él poner en juego las virtudes pasivas, y manifestar si pueden sobrellevar las penalidades que les envíe, así como obedecer los preceptos que les imponga. Por medio del sufrimiento los separa del mundo, los acerca a Jesucristo, los induce a leer la Biblia y a orar, los obliga a conocer sus propios corazones y los hace ser humildes. Ese es el procedimiento por el cual los limpia y los hace más fructíferos. De este modo, a lo menos, lo prueban las vidas de los justos de todos los siglos.

Aprendamos, pues, a tener paciencia en los días de duelo y de pesar. Recordemos la doctrina contenida en el pasaje de que tratamos, y no nos quejemos ni murmuremos cuando nos sobrevengan desgracias. Nuestros sufrimientos no son para nuestro daño, sino para nuestro bien. “Dios nos castiga para lo que es provechoso, a fin de que participemos de su santidad”. (Hebreos 12:10).

Escrito por el hermano JOSE L. ANGULO MENCO, filosofo, escritor, especialista en Ciencias Religiosas y Sagradas Escrituras y docente universitario.

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