El 19 de mayo tuvimos la oportunidad de entrevistar a la salmista Shirley Yepes en la sección El Personaje, que se presenta en el Noticiero La Alianza Informativa, y que se emite por la emisora La Voz de la Patria Celestial.
Contó los detalles de su carrera musical, así como la forma en que era su vida antes de conocer a Dios y después de recibirlo.
“En tercer semestre de Ingeniería de Sistemas, yo me desordené, empecé a ir a fiestas. Era muy amiguera. Entonces empecé a tomar alcohol todos los fines de semana, a trasnochar y en ese desorden perdí por completo la voz. Quedé disfónica y hablaba como un hombre. Sufrí mucho porque cuando estaba en el colegio pertenecía al coro, yo era de la voz soprano, cantaba como un niño. Y la voz me cambió por completo porque, si ustedes notan mi voz es muy grave, en ese tiempo hablaba como un hombre”. Dice y se sonríe.
El diagnóstico de ese penoso proceso fue laringitis crónica, y había la necesidad de realizar una operación en su garganta, y lo más probable era que nunca más volvería a cantar. Lo que Shirley se negaba a hacer. En esos momentos Dios comenzó a colocarle las personas que le hablaran de Su poder de sanación, que “para Él no había nada imposible”, ella, sin embargo, se tornaba incrédula.
“Pero realmente yo no era una persona muy fácil, los ingenieros somos muy complejos, lógicos, somos de ver para creer”. Sin embargo, llegó el tiempo en que dije: Bueno, si es cierto lo que ellos dicen, los cristianos evangélicos dicen que Jesús sana, que tú puedes obrar milagros. Entonces yo quiero que Tú me sanes sin hacerme cirugías, sin medicamentos”. Puntualizó.
Desde entonces empezó el Señor a obrar en su vida. Fue todo un proceso, no fue un milagro instantáneo. Ya sirviendo a Dios comenzó a escribir canciones y en la iglesia en la que se congregaba, los pastores conocían los dones que el Señor le había otorgado a Shirley. Le insistían en que se subiera al altar a cantarle a Dios. Aun con su voz ronca. Y Él obraba. Ella no quería cantar porque la voz todavía estaba en proceso de sanidad. Sin embargo, cuando subía a cantar, Dios le devolvía la voz y entonaba hermosas alabanzas. Apenas terminaba, de nuevo hablaba como hombre. “Una locura, nadie me va a creer”. Decía.
“Y de esta manera fue que yo pude conocer a ese Dios de poder, ese Dios que sana y que transforma. Y por eso esta última canción se llama La Medicina. Está dedicada a ese momento en el cual Dios sanó mi voz y Dios empezó la transformación en mi vida”. Señaló.
La canción la puedes escuchar en todas las plataformas musicales, aquí la de YouTube.
Escrito por: Javier Ahumada Bolívar
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