“No morirás hasta ver lo que Dios ha soñado para ti”,
Profeta Johan F. Rojas Sinning
El mundo ha sido sacudido por una pandemia que ha complicado la regularidad que conocíamos. Los años 2018 y 2019 como otras décadas son miradas hoy como rarezas porque nos muestran un pasado donde la normalidad social era diferente. Sin embargo, pese a lo que representa este tiempo (que pasará), la primera pandemia del siglo XXI, es también parte del plan de Dios para probar nuestra fe y esperanza. Es una excusa del Reino para hacernos entender que en los tiempos terribles y, no solo en los gozosos, tenemos que depender de Jesucristo (Filipenses 4:12).
Los pesares producidos por el covid-19 nos alcanzaron, esto es innegable. Vivimos la misma situación que Israel experimentó en muchas ocasiones, sobre todo una en específico: cuando el pueblo fue alcanzado por la peste de hambre que en tiempos de José asoló al mundo conocido. Como Iglesia tenemos que entender que habrá juicios de Dios que, por efecto de su diseño, si alcanzarán a la Iglesia no para juzgarla en el sentido del mundo, sino para hacerla experimentar el dolor, pues como Job, que quizás no tenía que vivir sufrimientos, tuvo que padecerlos para entender que Cristo se glorifica en ellos. Esta es una lección que debemos aprender porque como cristianos no estamos exentos del dolor (Juan 16:33).
Pero, pese a todo el dolor, el Señor ha sido fiel porque hasta partir con Él por causa de esta pandemia es una victoria. Hoy unida al duelo de miles de cristianos alrededor del mundo quiero recordar que volar a las alturas con Cristo es la máxima ganancia porque nuestra jubilación es el Cielo (Salmos 116:15). Nos duele el que se ha ido, ese es un sentimiento natural, pero no podemos olvidar que tenemos que pasar por la muerte (si antes no sucede el Rapto) para llegar a la morada Eterna. Y, siendo Cristo el dueño de nuestras vidas, tiene la soberanía de decidir en que forma dejaremos esta existencia terrenal. Unos partirán ahora, otros después, de distintas causas, pero la promesa es el Cielo. No hay que olvidarlo jamás.
En mis oraciones pedía al Señor que me señalara en que consistía este episodio pandémico que vivimos elevaba mi petición para tener certeza si esto se trataba de un juicio, pues evidentemente, la pandemia tiene todas las señales para ser clasificada como juicio, sin embargo, el Espíritu Santo me informaba de Mateo 24:7. Lo que vivimos es parte del cumplimiento de una palabra profética no condicionada, es decir, que no está sometida a la voluntad de los hombres sino dominada por la arquitectura profética del Rey y Soberano, Jesús. No entraré en los detalles sobre porqué el Covid-19 es un juicio, no es el objeto de esta reflexión, lo importante es señalar que para nosotros los cristianos la “normalidad” es definida por el Señor y no por el sistema de este mundo.
¿Qué es vivir en la normalidad? No es volver al 2018 o 2019, no es quitarnos las mascarillas y abrazarnos como en otros tiempos, no es saludarse sin temor a la infección o la garantía de una vacuna que nos librará de la peste. Esas son las medidas que el mundo conoce las respetamos como nos ordena la palabra (Romanos 13:1–7), pues la seguridad de los hombres está puesta en decisiones tomasinas que necesitan de la evidencia de un dios llamado “ciencia”. No entraré en la polémica sobre la admisibilidad de la ciencia o la vacuna por parte de la Iglesia, honestamente eso ni siquiera debería ser debatido, pero si resaltaré que, aunque Dios haya dado facultades a la ciencia humana (Daniel 12:4) nosotros no dependemos de ella sino de la cobertura y el protectorado del Espíritu del Señor, Él es nuestra más grande vacuna.
Mi punto es que, para nosotros los cristianos y para los que creemos que nuestra dependencia está en Cristo la normalidad es volver a ser estabilizados en la Fe; es volver a los cimientos de la palabra, retornar a los orígenes espirituales, al primer amor y ser nivelados en la confianza de que con Cristo estamos seguros así tengamos que partir por esta pandemia. La normalidad en el cristiano no es la que instruye este mundo, es cierto que tenemos que cuidarnos para mantener vivo el templo físico, pero para nosotros “volver a la normalidad” es lograr la estabilización del plan y propósito de Dios en nuestras vidas que ha sido zarandeado por el enemigo, la circunstancia del Covid-19, la pobreza, la muerte y el dolor.
El Espíritu Santo me informaba sobre las muchas agendas de Dios sacudidas y desestabilizadas por causa de lo que vivimos, muchas esperanzas y ministerios han sido desequilibrados por causa del desaliento pandémico y todo esto debe ser quitado y realineado al propósito del Reino para que todo siga el curso profético trazado por Jesucristo. Volver a nuestra normalidad es retornar a los causes diseñados por Dios para que ninguna circunstancia sea lo suficientemente capaz de alterar el orden de los acontecimientos que Dios ha señalado para nosotros.
Los años 2020 y 2021 fueron tiempos de resiliencia espiritual, es decir, tiempos donde se puso a prueba nuestra capacidad de mantenernos íntegros en la Fe, dónde pese a la muerte dijimos: ¡Señor, tu eres bueno y aceptamos tu voluntad!, años donde experimentamos los más altos dolores y las peores pesadillas se hicieron realidad. Pero este año, el 2022, donde quizás volvamos a experimentar el mismo dolor advertido hace 3000 años por Jesucristo (Juan 16:33), será también el año donde la agenda de Dios empezará la estabilización de tu situación espiritual y material, si lo crees. Entendamos algo, hay una agenda de Dios que Satanás no puede detener; hay una predicación universal que debe seguir anunciando que “Cristo Viene”, hay millones almas que necesitan ser alcanzadas por el Señor y, hay sueños de Dios que en ti que no se han materializado y tienes el derecho concedido por el Padre de vivirlos y disfrutarlos. Hay un propósito en ti que debe cumplirse porque esto que vivimos no es el final.
Empecé esta columna honrando la memoria de mi hermano, el Profeta Johan F. Rojas que hoy está con Cristo, porque de el aprendí que hay sueños de Dios que se consumarán en ti y que cuando tales sean cumplidos, el Señor te podrá llevar a un mejor lugar, incluso, “llevarte a la otra orilla” como el solía predicarlo y ahora lo vive en la eternidad con Jesús. Por lo tanto, recordándote ese pensamiento de mi hermano el profeta, sobre ese mismo fundamento te digo hoy:
“Aunque en este 2022 vengan terremotos, muertes, múltiples variantes del Covid-19, gobiernos destruidos y pobreza; aunque Satanás mismo se levante contra ti cual Faraón y pretenda no dejarte salir al encuentro con Dios en tu éxodo espiritual y personal; aunque crean que la Iglesia y tu vida están detenidas o condenadas a la muerte; sobre todo esto te dice el Señor que, Él enviará un espíritu de avivamiento que te llevará a la restauración y estabilización del ciclo profético que Dios trazó para tu vida”.
A veces creemos que esto que vivimos es el fin que ha muerto la esperanza producto de la desgracia que ha llegado a nuestra vida, que por el hecho de morir tu esposo, compañera, pareja e incluso tu pastor, es el final. Es muy equivocado pensar así. Cristo no ha muerto y el sigue reinando y es quién nos sostiene, nadie más (Isaías 41:13). Recordemos algo: Egipto fue azotada por las plagas del juicio, pero sobre Israel alumbraba la esperanza y la agenda de Dios se cumplía con su pueblo aún cuando al tiempo caía la desgracia sobre los egipcios (Salmos 91:7-9). Así lo hará Dios contigo.
De tu Fe e Integridad dependerá el cumplimiento de lo que Dios ha soñado para ti. Son nuestras acciones, actitudes e integridades las que hacen que Dios pueda lograr la materialización de su plan en nuestras vidas, así también lo aprendí de mi madre, mi amada pastora, la Apóstol Rosmelia Sinning que lleva décadas predicándolo por doquier. Volver a la estabilización y restauración implica más integridad, oración y cumplimiento de lo que Dios ha fijado como obligaciones para poder alcanzar lo sobrenatural (Jeremías 33:3). No bajará del Cielo el cumplimiento de lo diseñado sin que nos movamos de tal manera que activemos lo que ha sido decretado para nuestras vidas (Hebreos 11:6), pero el mover que debe ser en fe e integro.
El 2022 podrá traer situaciones físicas y espirituales difíciles Dios lo ha anunciado por muchas voces proféticas autorizadas. Recuerde que, mientras más nos acercamos a la finalización del tiempo profético de la Iglesia sobre la tierra, más difícil se pondrán las cosas, así está escrito. Pero, aunque sepamos esto, te informo que este será el año de buscar y lograr la estabilización y restauración espiritual. Necesitamos recuperar la integridad pues sin ella no habrá materialización de ningún plan profético y esto lo sabemos muy bien gracias a los testimonios de Job, Abraham, Esther y el mismo Jesucristo.
Este será el año donde Dios hará en ti eso que tu sabes que te prometió y que crees muerto. Será también el año donde te llevará de la resiliencia a la restauración, dónde te pondrá en un mejor lugar, dónde te ubicará en los lugares que soñaste y te permitirá ver el cumplimiento de su agenda en ti, si lo crees. No olvides que “Él no es hijo de hombre para mentir” (Números 23:19). Cree que tu tiempo llegó y que tu Arca navegará por encima del diluvio de desesperanza que este mundo experimenta, porque si crees, como Cristo, caminarás sobre las aguas del dolor y sobre los ríos de la pestilencia llevando la bandera de la victoria porque con Él somos más que vencedores.
Cree que pasarás de la resiliencia a la restauración.
Decláralo y recíbelo.
*Nayith Rojas Sinning es pastora asociada en la Iglesia y Concilio “El Buen Samaritano (IBS)” de Barranquilla (Colombia) que está bajo la cobertura ministerial de la Apóstol Rosmelia Sinning de Rojas. Es la directora del programa “Dios tiene todo bajo control” que se transmite por redes sociales y la directora de la Conferencia Internacional “Mujeres indetenibles” que desde hace más de 15 años trae a mujeres y varones de Dios de todo el mundo a la ciudad de Barranquilla. Colabora con múltiples ministerios en los Estados Unidos, Europa y África. Contacto: nayithrojas@gmail.com
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