El último sábado de este mes de abril se celebra en Colombia el denominado “Día de la Niñez y la Recreación”, por una decisión del Congreso de la República que institucionalizó la ley 724 del año 2001, “con el objeto de realizar un homenaje a la niñez colombiana y con el propósito de avanzar en la sensibilización de la familia, la sociedad y el Estado sobre su obligación de asistir y proteger a los niños y niñas para garantizarles su desarrollo armónico e integral”.
Realmente se basa en el “Día Universal del Niño” que cada 20 de noviembre celebra la ONU en conmemoración a la declaración de sus derechos en 1959 y de la aprobación de la “Convención de los Derechos del Niño” en 1989.
Aquí, en nuestro país, esta vez la “celebración” coincide con un informe revelado por la Defensoría del Pueblo según el cual hasta el 18 de marzo de este año van 59 niños menores de cinco años muertos por desnutrición durante el 2023.
¡Ya había dicho el organismo que en 2022 se había presentado la mayor cantidad de muertes de niños por esta misma causa en los últimos años: 308, prácticamente en promedio uno por día…!
De otra parte, según medicina legal, 426 niños fueron asesinados en el año anterior y 17.106 niños y niñas fueron víctimas de violencia sexual durante el año anterior. ¡Equivale en promedio a 50 niños abusados por día…! Aclarando que estos son solo los casos denunciados, pues se considera que la mayoría no llegan a conocimiento de las autoridades por diversos motivos.
Ya el Informe de la Comisión de la Verdad había advertido que por lo menos 30 mil niños habían sido reclutados por las guerrillas durante la época violenta en la cual 49% de los desplazados eran niños, 14% de los asesinados también, 23% de los desaparecidos y 13% de los secuestrados.
Un estudio del Instituto Colombiano de Neurociencias había afirmado que el 88% de los niños sometidos al confinamiento durante la pandemia presentan signos preocupantes relacionados con la salud mental y el comportamiento, sobre todo en tres niveles: En el afectivo-emocional (especialmente en los niños que tienen hoy entre 5 y 12 años de edad) que abarca lo relacionado con aspectos que a futuro pueden derivar en ansiedad, depresión, trastorno adaptativo o estrés agudo postraumático; La dificultad en el desarrollo y aprendizaje, de gran impacto con su carga genética, lo que determinará conductas posteriores, como el rendimiento académico, los logros laborales y las relaciones interpersonales, entre otros; y la vulneración de sus derechos fundamentales.
No podemos olvidar que los niños fueron sacados de sus escuelas y del círculo de sus amigos y profesores (a donde no volvieron sino dos años después) y confinados en sus casas bajo el cruel señalamiento de que podrían ser los causantes del contagio de sus mayores, especialmente de sus abuelitos, a quienes, en consecuencia, podría provenirles la muerte. Allí, bajo estrictas medidas, tuvieron que soportar un traumático cambio en el ritmo de sus estudios que no siempre dio los mejores resultados, sobre todo dependiendo de las herramientas tecnológicas y la conectividad a internet que hubiere en su hogar.
Aunque pudiéramos pensar positivamente que los niños durante esta extraña e inédita experiencia pudieron desarrollar nuevas capacidades como inteligencia emocional, resiliencia, enfrentar las adversidades y temores, sobreponerse a las dificultades, manejo de las frustraciones y algunas otras que, sin embargo, aun muchos de los mayores no han conseguido desarrollar.
Lo cierto es que nos ha quedado grande en esta sociedad colombiana cuidar de nuestros niños. Entonces, ¿qué celebramos?
Por Víctor Herrera Michel Abogado-Periodista. Director Noticiero de la Gente-LA VOZ DE LA PATRIA CELESTIAL. Premio nacional de periodismo ANALDEX/PROEXPORT 2012. Escritor. Columnista. @vherreram
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