De habitante de la calle, a capellán en las cárceles del país

Freiman Vargas Rodríguez: Dios me sacó de la nada

Por: Javier Ahumada Bolívar

A los 15 años quedó huérfano. Desde esa época  incursionó en el bajo mundo de la delincuencia y la drogadicción.  Su primer acto delictivo fue robarse $1000, jamás pensó que años después  terminaría harapiento en las calles de Cúcuta. 

Cada paso que daba lo conducía a un túnel oscuro y sin salida.   ”Hice de todo, varias veces llegué  a la cárcel, la sociedad me llama desechable, escoria, llegué a comer basura, por mi vida nadie daba un peso”, manifiesta, el hoy pastor Freiman, a los televidente de Buenas Nuevas Tv.

Para él, hacer el mal era lo bueno. Pero inexplicablemente en varias ocasiones se salvó de morir. Recuerda que la banda a la que pertenecía, un día salió a hacer una “vuelta”, se puso furioso porque a él no lo invitaron,  días después vio las noticias donde daban cuenta que a sus cinco compañeros los habían asesinado.

En un tiempo habitó en el Canal de Bogotá, en Cúcuta, un corredor de aguas lluvias donde los habitantes de calle pernoctan, consumen venden drogas y delinquen ante la indiferencia social.

En esas andaba cuando pasó por una iglesia cristiana.  Salió  sin rumbo fijo, pensó que ese era el día perfecto para morir, Iba consumiendo droga desaforadamente y hacía  tres días que no probaba bocado, -nadie me quiere, mi vida no tiene sentido- estas frases  le taladraban el pensamiento.  De pronto un hombre de edad avanzada,  vestido  de saco oscuro,  le salió al paso. –Buenos días hijo, lo invito a escuchar la palabra de Dios, entre- le dijo con dulzura mientras señalaba la puerta de la iglesia.

Freiman sentía odio contra todo y contra todos, le mostró el cigarro de marihuana, absorbió fuertemente y soltó una bocanada de humo en señal de irreverencia. –Apáguelo y entre- insistía el anciano. Entonces se le acercó, lo tomó con la misma dulzura por el brazo y lo colocó bajo el umbral de la puerta. Desde el interior el predicador, Jhon Wilmer Luna, de la Iglesia Cruzada Cristina La Victoria dijo: Hoy es el día de tu salvación. Esas palabras entraron como espada de doble filo hasta lo profundo del  corazón de Freiman. Por un momento quedó paralizado,  el predicador  hablaba de él, de su vida, de la esperanza y de un  nacer de nuevo. Él quería ser eso, una nueva persona, un ser útil a la sociedad y esta era su oportunidad.

Por eso cuando hicieron el llamado de -quien quería recibir a Jesús como Señor y Salvador de su vida-, tembloroso, por efecto de la droga, fue de los primeros en llegar hasta donde estaba el predicador, este le profetizó: serás un pastor y muchos conocerán al Señor por tu testimonio.

Los cambios comenzaron casi de inmediato. Se cortó El cabello tipo Rasta, se quitó los aretes que usaba, comenzó a hablar  y vestirse diferente, pero lo más importante fue su cambio interior. Se enamoró de su Jesucristo, comenzó a imitarlo, a educarse y a servir en la iglesia.

De acuerdo a lo profetizado, años más tardes se convertiría en pastor, de la misma iglesia que tiempo atrás lo vio entrar, siendo un piltrafa humana y que gracias a Dios y a un ujier  que le insistió a que entrara, su viva cambió totalmente.

Tiene cinco años de ser el presidente de la Confraternidad Carcelaria de Colombia,  en Cúcuta, Norte de Santander, desde donde desarrolla actividades en pro de los privados de la libertad, haciendo apología a lo que enseña la  Palabra de Dios: De gracia recibiste, de gracia da.  

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