
‘No tengo tiempo’… es muy común oírnos decir esa expresión… o decir: “Ni espacio he tenido”. Pregunto a mis amigos: ¿Será una verdad ciertísima? ¿En verdad no tenemos tiempo? ¿O estamos procrastinando y mintiendo?
Ese “no tengo tiempo” es la forma elegante de decir: “No eres mi prioridad”. Hace años mi amigo Carlos Camero, empresario venezolano, después de llamarme tanto y dejar mensajes, decidió esperar para decirme: “¿Por qué no agarras el teléfono? ¿Por qué no respondes a mis mensajes? Y yo salí con la clásica psicología automática: “Carlos, no he tenido tiempo”. A lo que el Vallepascuense señaló: “No me mientas Barradas, nos da tiempo a lo que nos da la gana”. Se me calló la cara de vergüenza pero era una verdad.
Para todo hay tiempo, el punto es que tenemos tiempo para lo que de verdad priorizamos o nos interesa.
¿Hijo, por qué no me llamas desde el año pasado? Mamá porque no tengo tiempo – “No hijo, dime mejor: para ti ahora no tengo tiempo”.
La esposa pregunta: ¿Por qué nunca más hemos compartido una sonrisa juguetona como antes?, ah! porque no tengo tiempo. La esposa acierta: “Lo que debes decir es: No eres mi prioridad, porque si de veras te interesara compartiéramos”.
El pastor pregunta: “Amado por qué no te has congregado más por zoom ni por WhatsApp”? – “no tengo tiempo”. El pastor calla, pero dentro de sí piensa: “La iglesia no está en lo que lo apasiona”.
Dios pregunta: Barradas: ¿por qué no has orado estos días? ¿Por qué no hablamos desde varias noches? Cuando digo: “Señor, no he tenido tiempo”. Él me dice: “Si mañana alguien te llama para decirte que te van a donar 3 millones de dólares, buscarías con rapidez atender y responder a quienes te lo donan. Serías el primero en estar y antes de la hora. No seas mentiroso. No es que no tienes tiempo, es que no soy tu interés”.
La Biblia dice: “donde está tu tesoro allí está tu corazón”.
Si hay tiempo. Es cuestión de organizarnos y clasificar prioridades. Dejar en “visto” a alguien por semanas o meses es decirle: “No estás en mi agenda de prioridades”. Recordemos: Las relaciones y valiosas amistades se cultivan. Y aun a los que no son amistades, son conexiones relacionales que alguna vez podríamos necesitar. La vida es un boomerang. Hagamos ajustes sabios porque tenemos tiempo.
Escrito por el psicólogo Leobaldo Barradas
También te puede interesar leer: Un curioso funeral
Sé el primero en comentar