Como es sabido, el Tribunal de Arbitramento de la Cámara de Comercio de Bogotá emitió el laudo arbitral sobre el aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz de Barranquilla por una solicitud, en el 2021, del Grupo Aeroportuario del Caribe reclamando a la Agencia Nacional de Infraestructura reclamando una compensación por más de $ 700 000 millones por el impacto de la pandemia —a pesar de haber incumplido un contrato de obras de remodelación de la terminal aérea desde hace 8 años por $650 mil millones— y recomendó que se liquide el contrato de concesión del aeropuerto, además de no reconocer dicha indemnización ni tampoco imponer sanciones.
A los pocos días el saliente administrador del aeropuerto —como noticia de despedida— anunciaba el cierre indefinido de la terminal aérea de carga. Sin embargo, el daño más grande que le hizo a la ciudad no fue no construir la infraestructura adecuada de un aeropuerto para Barranquilla, sino el habernos mantenido desconectados del mundo.
Como último ejemplo, en este mes la Aeronáutica lanzó 17 nuevas rutas asumidas por 8 aerolíneas en medio de la crisis del sector por la salida de Viva y Ultra Air. Barranquilla tendrá una sola de ellas operada por la estatal Satena y hacia Caracas, en una inauguración que se ha aplazado ya tres veces.
Para nada se aprovechó nuestra extraordinaria posición geográfica: en el centro de la gran cuenca del caribe, rodeados por 25 países y en la esquina de Suramérica, lo que nos proyecta hacia EE.UU y Europa.
Debiéramos sentir vergüenza (o envidia?) de Cartagena que estando a nuestro lado no se cansa de recibir permanentemente nuevas rutas y aerolíneas nacionales e internacionales (próximamente arranca desde allí la conexión por primera vez de Colombia con Suiza a través de dos vuelos semanales de 340 pasajeros de la aerolínea Edelweiss air) al punto de que la reciente remodelación –esa si de verdad– del aeropuerto Rafael Núñez no es suficiente y construyen ahora un mega aeropuerto regional para más de 10 millones de pasajeros.
La Aeronáutica deberá asumir ahora el control del Cortissoz. Es decir, el gobierno nacional que ha mostrado poco animo amistoso –sobre todo político/administrativo– con la ciudad y el departamento.
Y es aquí donde queremos ver la posición erguida y activa de nuestra dirigencia, sobre todo empresarial y productiva pues es a ella a la que benefician mayormente las operaciones de transporte aéreo de pasajeros y de carga. Queremos escuchar su voz bien alta. Nada de genuflexiones, nada de timidez. Es esta la gran oportunidad de reclamar para la ciudad el aeropuerto que nos merecemos.
No podemos permitir que el gobierno entregue la terminal para pagar favores políticos. ProBarraquilla debería proponerse encontrar un operador y unos inversionistas que tengan una calificada experiencia del tema aeroportuario.
Hay que pensar en grande. Es decir, una verdadera “Aerópolis”: un parque empresarial dedicado en exclusiva a la industria aeronáutica y aeroespacial con una infraestructura de soporte con hoteles, centros comerciales, hospitales, muelles de contenedores, una gran zona franca, sitios de entretenimiento, etc.
Además, tenemos que tomar la iniciativa de desarrollar una más amplia y variada oferta turística y conectar a la ciudad con el mundo hasta llegar a constituir el tan ansiado Hub aéreo.
Tenemos con qué. Merecemos un aeropuerto que este a la altura de Barranquilla –llamada justamente “La Puerta de Oro de Colombia”– que es, no lo debemos olvidar, la cuna de la aviación en nuestro país y donde nació la segunda aerolínea comercial más antigua de todo el mundo.
Por Víctor Herrera Michel Abogado-Periodista. Director Noticiero de la Gente-LA VOZ DE LA PATRIA CELESTIAL. Premio nacional de periodismo ANALDEX/PROEXPORT 2012. Escritor. Columnista. @vherreram
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