El Progresismo en la Iglesia

El progresismo en la iglesia, entendido no como la inclusión de identidades de género, sino como el impulso hacia el cambio y la evolución en la estructura de proyectos que beneficien a toda la comunidad, es una necesidad imperante en nuestros días.

En un mundo en constante transformación, las iglesias parecen estar quedándose rezagadas, enfocándose más en mantener sus infraestructuras que en llevar adelante proyectos sociales que realmente impacten tanto a los miembros como a quienes no se congregan regularmente.

Este tipo de progresismo va mucho más allá de simples reformas internas mal estudiadas y ejecutadas; se trata de un compromiso serio con la responsabilidad social. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de las iglesias carecen de proyectos efectivos que puedan hacer una diferencia tangible en la comunidad. Se han llenado de conferencias y foros teóricos, pero a la hora de ejecutar acciones concretas, se muestran nulas.

El progresismo que se necesita hoy es uno que fomente la creación de proyectos sociales integrales, que vean más allá de las paredes de la iglesia y consideren el bienestar de toda la comunidad.

Un área donde el progresismo debería manifestarse con mayor fuerza es en la integración de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial. Es sorprendente, por no decir alarmante, cómo muchas iglesias siguen esquivando esta herramienta, que podría transformar radicalmente la forma en que se gestionan y ejecutan los proyectos eclesiales.

Mientras otras instituciones han adoptado la inteligencia artificial para optimizar sus procesos y mejorar la eficacia de sus acciones, la iglesia permanece estancada, demasiado preocupada por la preservación de sus infraestructuras como si esto fuera lo más determinante en la difusión del evangelio.

El nulo uso de la inteligencia artificial en las iglesias no solo refleja una falta de progresismo, sino también una desconexión con las necesidades y desafíos contemporáneos. Esta tecnología no es una amenaza, sino una oportunidad de oro para desarrollar proyectos más efectivos, dirigidos tanto a los miembros de la iglesia como a la comunidad en general. Ignorar su potencial es un error que puede costar caro, perpetuando una dinámica de ineficacia y resultados insatisfactorios.

La falta de proyectos sociales bien estructurados y el rechazo a adoptar herramientas modernas como la inteligencia artificial llevan a resultados mediocres, y en lugar de reconocer y corregir estos errores, muchos líderes eclesiales prefieren culpar a fuerzas externas o a los propios congregantes.

Este enfoque es un claro reflejo de un progresismo mal entendido, donde la evolución y la adaptación se ven como amenazas en lugar de oportunidades para fortalecer la misión de la iglesia.

El progresismo auténtico dentro de la iglesia debería estar orientado hacia la acción, hacia la implementación de proyectos que no solo beneficien a quienes asisten a los servicios, sino también a toda la comunidad. Este tipo de progresismo entiende que el verdadero impacto del evangelio no se mide por la grandeza de las edificaciones, sino por la profundidad de las acciones sociales y la capacidad de adaptarse a los tiempos, utilizando todas las herramientas disponibles, incluida la inteligencia artificial.

Es hora de que las iglesias adopten un progresismo que vaya más allá de lo superficial, que se enfoque en la creación de proyectos sociales significativos y que integre la tecnología para mejorar su impacto. El evangelio es una misión de almas, y para alcanzarlas eficazmente, es necesario ser progresistas en la práctica, innovadores en la estrategia y críticos con nuestras propias limitaciones. Solo así se podrán obtener los resultados que verdaderamente reflejen los valores del evangelio en el mundo actual.

Escrito por: Joel David Serrano Márquez Administrador de Empresas. Teólogo Bíblico Ministerial. Especialista en Gerencia de Producción y Operaciones Logísticas. Maestrante en Inteligencia de Negocios.

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