Guiseppe Creazzo Bruno “La voz de los que no tienen voz”. 1a parte

Guiseppe es un hombre incansable. Los últimos 22 años de su vida los ha dedicado a visitar las cárceles de Colombia y del mundo en busca de bienestar y reivindicaciones para los privados de la libertad. No solo trabaja en las cárceles, su interés fundamental son los hijos, las esposas y padres de los presos. “Mi gran amor no es solo por los que están detenidos, si no por los hijos de ellos”. Me dijo con certeza y satisfacción.

Pero, ¿de dónde nació este amor por los privados de la libertad y sus familias?

Giuseppe es un hombre de temperamento efusivo, bajito de estatura, nariz fileña y cejas pobladas.  Detrás de los lentes que usa se observan unos parpados a media asta que dan la impresión de estar cansado. Tiene una barba negra con visos blancos tupida y desordenada. Trae una camiseta verde fosforescente, jean desteñido y tenis doblados en la parte interior por caminar con los talones hacia dentro.  Es de mente dispersa. Mientras se despide de alguien por celular con un te quiero mucho, observa desde el Mirador los Nogales una buena parte del sur occidente de la ciudad. –Bonita vista, yo viví por aquí -me dice sin yo preguntarle.

Aquí en el Mirador, cobijados por la sombra de un frondoso almendro, sentado en unas sillas de concreto revestida de granitos blanco y negro empieza mi trabajo para conocer más de este colombo italiano cuya misión es predicar en las cárceles alrededor del mundo las buenas nuevas de salvación.

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Giuseppe Annunziato Creazzo Bruno, nació en Barranquilla el 23 de agosto de 1971, en el hogar formado por Giuseppe Creazzo Versace, un italiano que llegó con su familia huyéndole al hambre que dejó la segunda guerra mundial en Italia, y María Elena Bruno Spadei, barranquillera de origen italiano y perteneciente a una familia prestante de esta ciudad.   El 14 de marzo de 1970 la pareja contrajo matrimonio en medio del lujo y suntuosidad de la época. Un año y medio después nació el primogénito de los Creazzo Bruno: Giuseppe Annunziato.

Vivió los primeros años de su vida con los abuelos maternos en medio de la opulencia; estudiaba en unos de los mejores colegios de la ciudad y recibía finos juguetes en navidad que le traían del extranjero. El 02 de febrero de 1980 la vida le propina un duro golpe a Guiseppe: muere su abuelo Ernesto Bruno, quien era su adoración. Se fue su guía, la figura paterna del niño de nueve años. En ese momento salió, como dice él, de la burbuja en que vivía.

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Los hermanos Creazzo Versace, a punta de trabajo, después que llegaron de Italia, poco a poco fueron escalando peldaños hasta constituirse en una sociedad -Creazzo Hermanos- que manejaba varios negocios, entre ellos la reconocida Panadería Santa Mónica, primera en la ciudad que permanecía con sus puertas abiertas las 24 horas del día.

Por desavenencias con sus hermanos el padre de Giuseppe salió de la sociedad; recibió una buena cantidad de dinero y comenzó solo su periplo en el mundo de los negocios. En 1985 viajó con la familia a Italia y allí colocó un supermercado. Un año después, sin explicación alguna, toma la decisión de regresarse a Colombia.

-Todo marchaba bien, hasta que mi padre decide regresar a Barranquilla.  Recuerda Guiseppe.

Entonces llegaron las improvisaciones y malas inversiones, luego cheque sin fondos y así sucesivamente hasta quedar en la quiebra.

Pero Giuseppe trajo de Italia un haber consigo: El 22 septiembre del año 85, estando en la Plaza de Roma, recibe a Jesús como su Salvador.

-No sé si eran misioneros peruanos o ecuatorianos, en todo caso ese día me predicaron y recibí a Cristo, la mejor decisión que he tomado en mi vida.  Me contó el día que fuimos a entregar una silla de ruedas que había conseguido en Bogotá, para entregársela a una niña enferma en los palafitos de Nueva Venecia.

En medio de estas afujias económicas por las que pasaba su familia, a los 14 años tuvo que asumir los gastos personales. Salió del prestigioso Liceo de Cervantes,   y se matriculó en el Instituto Barlovento, un modesto colegio ubicado en el centro de la ciudad.

–El cambio fue brusco. Pero allí comencé a vivir la vida, a disfrutarla. Cuando estudiaba en el Cervantes me iba con mis amiguitos a jugar al Club Campestre, al Caujaral, al Country, acá era a jugar billar frente a la Piscina Olímpica con mis amigos o bajábamos al centro a ver cine en el Royal. Ellos me enseñaron lo que era verdaderamente el mundo.

Mientras Guiseppe conquistaba este universo diferente y se lo gozaba en medio de las limitaciones, su padre, se vio tentado a darle una solución fácil a su estado económico para salir de la quiebra. Se alistó con una valija para llevar droga. Su primer viaje fue a Londres, Inglaterra, el 02 de julio de 1990, pero allá fue capturado y condenado a ocho años de prisión por tráfico y distribución de estupefacientes. No le bastaron los baños con yerbas y conjuros que le hizo un santero, ni la aseguranza que cargaba en su bolsillo derecho, ni los cultos e invocaciones al negro Felipe y otras potestades para que todo saliera bien.

Con su padre en prisión recae, entonces, sobre los hombros de Guiseppe con 18 años, y tres hermanos menores, la responsabilidad de sacar adelante a la familia Creazzo Bruno.

-Me tocó hasta tirar bulto de madrugada en Barranquillita.

-¿Y tu familia qué? Le pregunto.

-Todos nos dieron la espalda, hasta el cachaco de la tienda. Cuando caes en desgracia te quedas solo. Pero sabes qué Javier, ya Dios estaba en mi corazón y lo más importante cuando nos sentábamos a comer le dábamos gracias a Dios por las bendiciones y los aprendizajes con las experiencias de cada día.

El servicio militar

Giuseppe, en una de las entrevista para documentar esta nota

Cuando terminó el bachillerato y después de los exámenes de rigor Giuseppe quedó apto para prestar el servicio militar. Existían dos posibilidades de no irse: si se negociaba su libreta militar o se demostraba que él era quien sustentaba la casa. Ni lo uno ni lo otro.

–Eso te va a ayudar a ser un hombrecito, le dijo su madre con cierto grado de frialdad.

Así que, el 9 de diciembre de 1992, le tocó enrolarse en el ejército colombiano. Mientras los familiares, en medio del llanto, despedían a sus hijos, Giuseppe llegaba solo a la cita.

-Siga de primero. Le dijo el capitán Moya con voz de trueno. -Que usted no tiene quien lo llore.

En las noches que antecedieron la partida, en la soledad de la alcoba, le preguntaba a Dios, con cierta angustia, qué iba a ser de su madre y hermanos, si era él quien sustentaba el hogar. Qué sería de ellos sin él. Traía a la memoria una frase que lo alentaba: Dios es nuestro proveedor. Frase que escuchó por primera vez a los nueve años en boca del sacerdote Carlos Lozano en la iglesia del Seminario San Luis Beltrán, cuando su abuela Helena lo llevaba, después de la muerte del esposo, para fortalecerse espiritualmente. A pesar de eso Giuseppe no estaba tranquilo.

Días antes de partir, en medio de una oración recibió un parte de tranquilidad:

-No eres tú Giuseppe, soy yo quien les provee.

-Que lección me dio el Señor, yo guardaba en mi corazón que quien sostenía a mi familia era yo y estaba equivocado; era Dios quien nos respaldaba incondicionalmente. Ese tiempo en que permanecí en el ejército fue cuando más proveyó para nuestro hogar.

Prestando el servicio militar se enamoró más de la obra social. El amor por el prójimo. Digo que más porque su abuela hacía parte en la iglesia de los grupos que visitaban familias en los barrios del sur para llevar ropas, juguetes y alimentos, Giuseppe que iba con ella llevaba sus juguetes para compartirlos con los niños.

 –Soy un apasionado por dar y servir. Dice.

En el ejército, por las actividades sociales realizadas, fue condecorado en el Grado de Caballero con la medalla Puerta de Oro. Cabe resaltar que Giuseppe prestó el servicio en un batallón de la ciudad y podía regresar a casa todos los días.

En el año 1993 termina de prestar el servicio militar y entra a estudiar Economía, en busca de respuestas a las diferentes situaciones económicas de la sociedad. Pero en el fondo no era lo que le gustaba. Al tiempo que estudiaba trabaja como “extra” en el Hotel Royal, mismo que de niño visitaba para bañarse en la piscina con sus amiguitos del Cervantes.   Hoy era distinto, Giuseppe llegaba a barrer y trapear en el distinguido hotel.

-Recuerdo que algunos de los compañeros con quienes llegábamos al hotel a bañarnos o comer, que eran de la alta sociedad barranquillera, se burlaban de mí; orinaban y defecaban fuera de los baños para que yo barriera y trapera sus desechos. Lo que es el ser humano ah. Manifiesta.

El que se humilla Dios lo exalta, esa era su premisa y tenía la certeza inquebrantable que Dios lo iba a exaltar.

A finales del segundo semestre de Economía, su padre regresa a casa después de haber cumplido dos años y medio de la condena en Inglaterra. Encuentra a la familia unida, sin lujos pero con las necesidades básicas satisfechas y lo más importante con un guía espiritual: su hijo mayor.

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Giuseppe llegó por primera vez a una iglesia evangélica, después de llegar de Italia en el año 85. Julio Cesar Mendoza, el vigilante del edificio donde vivían en el barrio Ciudad Jardín, lo invitó, a asistir a un culto después de oírlo tararear una canción cristiana.  

-La primera vez que fui, te confieso, me dio miedo, hablaban en lengua y vi a mucha gente contorsionarse tirada en el suelo. Me impresionó eso.

En la iglesia ubicada en el municipio de Soledad se congregó por un poco más de un año. Asistía con regularidad a los servicios de jóvenes a pesar de los largos recorridos en bus que hacía y de algunas cosas que él no compartía.    

-¿Cosas cómo cuáles? Le pregunto.

-Por ejemplo un día me pusieron en disciplina porque se enteraron que fui a ver la película Tiburón. Imagínate tú. Dice mientras se pasa la mano derecha por las barbas desarregladas.

Un día, Giuseppe observó que su compañero de clases Samir Cure, estaba adelgazando en forma desmedida. –Es que estoy en ayuno. Le respondió Cure. Ese día Samir lo invitó a que fuera a una actividad, que hacían en su iglesia, denominada Viernes Violento.  Desde ese entonces comenzó a asistir a la iglesia Boston Central que lideraba el pastor Carlos Reyes.

En 1994 pasa a la iglesia Centro Bíblico Internacional. Allí comienza su labor como misionero en el Ministerio Carcelario y empieza a visitar las cárceles de Barranquilla. En 1995 entra a estudiar Teología en el Instituto Bíblico del Caribe. La familia Creazzo Bruno crecía en lo material y espiritual.

***

El desespero económico de su padre, el afán desmedido de conseguir dinero a cualquier precio, la veneración por lo material, hace que caiga preso, de nuevo, y por el mismo delito, esta vez en Venezuela. Fue el 17 de noviembre 1997. En esa época mucha gente ‘coronó’, menos el señor Creazzo.  Otro golpe duro asestado a la familia. Fue tan duro el señalamiento, el oprobio y hasta hostigamiento que se fueron a vivir a Bogotá.

Para ayudar resolver la situación jurídica de su progenitor se traslada, por un tiempo a vivir en Venezuela.

-Mi papá estaba recluido en una de las cárceles más peligrosas del mundo, imagínate que a mí me llamaban a altas horas de la noche para ir a reconocer si algunos de los cadáveres, que habían quedado después de una masacre, era el de mi padre. Fue una dura experiencia. Pero yo siempre ahí agarrado de mi Señor.

Un tema que inquietaba a Giuseppe era la familia de los presos y en especial sus hijos quienes son los más vulnerables cuando alguno de sus padres cae detenido por cualquier circunstancia.  Los entendía, se ponía en sus zapatos, pensando en que no repitieran la historia de sus progenitores.

-Es que hay que cortar esa maldición, si nosotros logramos impactar a los hijos de los prisioneros no van a seguir la conducta de sus padres. Afirma. 

De repente suena el celular lo toma, se levanta y contesta.-Santico, papi, cómo estás… Ok cuenta con eso. Te quiero mucho. -Era el pastor José De los Santos recordándole unos uniformes para niños del campeonato que está próximo a ser inaugurado en el barrio Santo Domingo.

Cuando visita las cárceles a llevar ropas, útiles de aseo y la Palabra de Dios a los internos, les pide la dirección de sus casas y luego llega para aportar y resolver algunas necesidades, en la medida de sus capacidades o acudiendo a voluntarios que le apoyaban la labor.

Así nació la fundación

En el año 2004 conoce al pastor José Rodrigo Arenas Ramírez, un hombre que fue condenado a 128 años de presión por haber colocado el 20 de octubre de 1989   un carro bomba al Hotel Royal en Barranquilla, y quien conoció de Dios en la cárcel Modelo de esta ciudad. Arenas milagrosamente solo duró 10 años y cuatro meses detenido.

Por esa época Arenas Ramírez, era director de la Confraternidad Carcelaria de Colombia en el departamento de Atlántico, además dirigía el programa Jesús Visita las Cárceles, que se emitía por la emisora Radio Minuto.

-A mí me lo presentó un hermano que no recuerdo el nombre. Me sorprendió esa pasión que tenía por visitar las cárceles, pero estaba un poco acelerado. Entonces lo invité a que hiciera parte de la Confraternidad. Poco a poco fue aprendiendo y hoy hemos visitado juntos muchas cárceles en Colombia, Centro y Suramérica llevando el mensaje de Jesús. -Recuerda   Arenas Ramírez.

-Del pastor Rodrigo he aprendido mucho, él ha sido mi mentor durante estos años, al comienzo me iba marcando las pautas.  Uno siempre tiene algo que aprenderle.

Escrito por: Javier Ahumada Bolívar

Espera muy pronto la segunda parte

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1 Comentarios

  1. Sin lugar a dudas que la vida muchas veces cuando se es Cristiano, está llena de pruebas y dificultades y el Señor Jesús nos lo recuerda en su Palabra: En el mundo tendréis aflicciones, pero confiad. Yo he vencido el mundo.Solo de la mano de Jesús podemos salir adelante y en Victoria. Bendiciones

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