Jonás y la ballena,  ¿mito o realidad ?

En el libro de Jonás 1:17 se lee: “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches”. Quizás no hay otro milagro de las Escrituras que haya puesto de manifiesto tanta incredulidad como el narrado en este pasaje. Este no es en realidad un problema entre el que duda y la historia antigua, sino entre el que duda y el Señor Jesucristo. La ciencia, “la falsamente llamada ciencia” (1 Timoteo 6:20), siendo incapaz de reconocer el hecho de que ella trata solamente con los fenómenos externos de una raza caída y de una tierra que se halla bajo maldición (Génesis 3:17-19), es intolerante en lo que toca a los milagros. Para la fe, y para la verdadera ciencia, un milagro es lo que tiene que esperarse del amor divino, el cual interviene para bien en un universo que está física y moralmente desordenado (Romanos 8: 19-23).

En el Santo Evangelio, según San Mateo 12: 38-42, leemos la siguiente perícopa o porción bíblica: Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. Él respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para oír a Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.”

El principio de este pasaje es uno de aquellos lugares que poden de manifiesto la autenticidad del Antiguo Testamento. Nuestro Señor aludió a la reina del Austro como persona que realmente había existido; y a la historia de Jonás y su milagrosa preservación en el vientre de la ballena como hechos innegables. Bueno es tener esto presente, porque hay hombres que profesan creer en el Nuevo Testamento y que hacen burla de las historias del Antiguo como si fueran fábulas o relatos ficticios. La autoridad de los dos libros es idéntica: si se niega la del uno es preciso negar del otro, y viceversa. Ambos fueron inspirados por el mismo Espíritu.

Lo primero que llama nuestra atención en este pasaje es la sorprendente tenacidad de los incrédulos. Los escribas y fariseos querían que nuestro Señor hiciese en su presencia más milagros, y daban así a entender que solo necesitaban más pruebas para convencerse y hacerse sus discípulos. No les había bastado que hubiese sanado a los enfermos, limpiado a los leprosos, resucitado a los muertos, y expulsado los espíritus inmundos. Aún no estaban convencidos y exigían más pruebas: era que, como nuestro Señor les dio a entender en su respuesta, no querían creer.

Muchos hombres hay que se encuentran precisamente en la misma situación que los escribas y fariseos. Se lisonjean con la idea de que solo necesitan algunas pruebas más para hacerse verdaderos cristianos; y se figuran que si les hiciesen otros pocos argumentos convincentes al momento, lo abandonarían todo por amor de Cristo, tomarían la cruz y le seguirían; Más, entretanto, solo esperan. Qué engañados están: no perciben que las pruebas saltan a la vista, y que la verdad es que no quieren ser convencidos.

La señal de Jonás fue precisamente el “tipo” o la sombra del Antiguo Testamento que Cristo quiso escoger para profetizar sobre su Resurrección. La Resurrección Gloriosa de Jesucristo y su triunfo definitivo sobre la muerte son el dogma central, la verdad fundamental de nuestra fe cristiana, pues como dice el apóstol San Pablo: “y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe” (1 Corintios 15:14).

“Más ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Corintios 15: 20)“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (2 Corintios 13: 14).}

Escrito por el hermano JOSE L. ANGULO MENCO, filosofo, escritor, especialista en Ciencias Religiosas y Sagradas Escrituras y docente universitario.

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1 Comentarios

  1. Bendiciobes; como dice un dicho popular ” NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER”; pero el IBFIERNO se encargara’ de convencerlos. Asi’ de facil y terrible es su futuro. Bendiciones

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