La sal de la tierra

Cristales de sal representando su significado bíblico de purificación y preservación espiritual.
La sal de la tierra: símbolo de purificación y preservación según la gracia divina.

“Vosotros sois la sal de la tierra “(Mt. 5:13).

En esta ocasión Jesús se dirige más directamente a sus discípulos, y mediante ellos, a todos los cristianos, como un cuerpo aparte de las multitudes, o de la humanidad en general.

Este mundo se nos representa como algo moralmente corrupto desde sus comienzos: “y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia”.

“Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.” (Génesis 6:11-12), etc.

Como la sal es conocida por sus virtudes de purificación y preservación (II Reyes 2; 21, 22) aquí se le hace un símbolo de la gracia divina por medio de la cual los humanos son o somos purificados y salvaguardados de la corrupción y la muerte moral que nos rodea (Efesios 2: 1-8), y los cristianos, que tienen esta sal de gracia, en ellos mismos son los agentes señalados para esta tarea (Tito 1:9).

Ahora bien, si la sal se desvaneciese, o más bien si hubiese perdido su sabor salado (Marcos 9:50) lo que se nos informa es lo que pasaba con cierta clase de sal, en el oriente.

Aplicado esto a los cristianos, enseña claramente que estos están en peligro de perder totalmente esa gracia que los hace ser de bendición al mundo, y sin la cual están completa y finalmente perdidos (Apocalipsis 2:4-5).

Los cristianos verdaderos deben ser en este mundo como la sal. Ella tiene un gusto propio y peculiar, enteramente disimilar de cualquier otra cosa. Al estar mezclada con otras sustancias, la sal las preserva de la corrupción. Comunica una porción de su gusto a todo lo que se mezcla con ella. Útil es mientras conserve su sabor; de otro modo, no. ¿Somos cristianos verdaderos? Entonces, he aquí nuestro puesto y sus deberes.

El cristiano verdadero debe mirar siempre hacia delante, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2), pues si mira hacia atrás, si vuelve a su antigua vida de pecado puede convertirse simbólicamente en una estatua de sal, como le sucedió realmente a la mujer de Lot en la destrucción de Sodoma (Gen: 19:26).

La sal, que da sabor agradable a los alimentos, es el símbolo de los hijos de Dios, cuya vida y testimonio deben ser llenos de sabor y atractivo. Todas las ofrendas de Levítico, imágenes de la ofrenda de Cristo, debían ser presentadas con sal, que era señal del pacto con Dios (Lv. 2:13: cfr. Ez. 43:24). El perfume sagrado que era quemado sobre el altar de oro debía ser salado (Ex. 30:35). El señor Jesús dijo a los creyentes que ellos, a su vez, eran la sal de la tierra (Mt. 5:13); deben tener sal en sí mismos (Mr. 9:51); su palabra debe estar siempre sazonada con sal (Co. 4:6).

En efecto, no hay nada más llano, insípido, incluso mortífero, que los cristianos sin influencia, las vidas sin relieve, las palabras vacías de sentido: son cosas totalmente inútiles. Se han hecho otras aplicaciones a este símbolo: así como la sal detiene la corrupción, los creyentes son un freno a la corrupción del mundo; si la sal provoca la sed, los cristianos auténticos deberían provocar sed de Dios en los que tienen a su alrededor.

Escrito por el hermano JOSE L. ANGULO MENCO, filosofo, escritor, especialista en Ciencias Religiosas y Sagradas Escrituras y docente universitario.

Yo reprendo y castigo a todos los que amo; se, pues, celoso, y arrepiéntete (Ap. 3: 18-19).

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