Significado del libro de Josué

Después de la muerte de Moisés, Jehová comisionó a Josué, hijo de Nun, servidor de Moisés, para que, pasando el Jordán, tomase posesión de la tierra prometida.

Dios le recomienda a Josué: “Esfuérzate y sé valiente” (Josué 1:6). Es esta la primera recomendación de Dios en orden a la consecución de nuestros propósitos y metas espirituales. Casi como dice San Pablo en una de sus epístolas: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12). Nuestra vida espiritual debe ser una vida de constante esfuerzo y sacrificio en pro de la salvación de nuestras almas.

Seguidamente, Jehová le recomienda a Josué, no apartarse del libro de la ley, pues esto le llevará al éxito. Textualmente dice:

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces, harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”. (Josué 1, 8).

Este versículo, uno de los más conocidos del libro de Josué, es una recomendación de parte de Dios, a que leamos diariamente las Sagradas Escrituras, si queremos que todo nos salga bien y hagamos prosperar nuestro camino.

Más tarde, el mismo Jesucristo reiterará estas palabras a los fariseos cuando con motivo de algún debate les dice:

“Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí”. (Juan 5:39).

Josué introduce al pueblo de Israel en la tierra prometida, pero la exégesis escatológica que este libro de carácter histórico nos impone es que también nosotros, el nuevo pueblo de Dios, la Iglesia, entraremos a la Canaán Celestial, pero no ya dirigidos por Josué, sino por Jesús (Jeshua Ha Meshiah). Incluso el nombre de Josué es una variante del nombre de Jesús. Jesús es nuestro capitán, nuestro guerrero, nuestro conquistador, como lo fue Josué para los Israelitas del desierto.

La batalla de Gabaón, si se nos permite alegorizar un poco, es un símbolo de las batallas y guerras que el cristiano debe librar continuamente contra los enemigos del alma y las fuerzas del mal, siempre con Cristo a la cabeza.

Después de cumplida su misión, Josué reúne al pueblo, y en su discurso de despedida, lanza a los oyentes esta admonición contra la idolatría:

“Y si mal os parece servir a Jehová escogeos hoy a quien sirváis: si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. (Josué 24:15).

(Es esta una admonición muy útil hoy en su aplicación al pueblo colombiano, tan dado a la idolatría, la superstición y la falsa religiosidad popular).

En el sentido espiritual, el libro de Josué es la Epístola a los Efesios del Antiguo Testamento. “Los lugares celestiales” de Efesios son para el cristiano lo que Canaán era para los israelitas un lugar de conflicto – y, por lo tanto, no un tipo del cielo – pero, al mismo tiempo, un lugar de victoria y bendición por medio del poder divino (Josué 21:43-45).

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).

Escrito por el hermano JOSE L. ANGULO MENCO, filosofo, escritor, especialista en Ciencias Religiosas y Sagradas Escrituras y docente universitario.

San Pablo y los filósofos

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