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Antes de ser Guardaparques, Kelly Rodríguez, se ganaba la vida cuidando niños en los barrios del norte de Barranquilla. Para ella cuidar niños y estar pendiente de las plantas de los parques tiene similitud. Con el mismo esmero y amor realiza estos dos oficios, y otros que le ha tocado hacer para sacar adelante a su familia. Hace poco más de un año el Distrito de Barranquilla, a través de la Agencia Distrital de Infraestructura ADI, la contrató para que fuera parte de ese gran grupo de personas que cuidan y mantienen los parques que esta entidad está restaurando. Fue un aliciente para ella, porque tenía más de seis meses que no conseguía trabajo. -Gracias a Dios tengo trabajo. Kelly Patricia Rodríguez Mendoza, tiene 38 años de edad y 21 de ser mamá. Le ha tocado “guerrearla” en la vida. A los 17 años se convirtió en madre soltera. Desde entonces no ha dejado de trabajar para sacar adelante a sus dos hijos, Deivis de 21 y Kiara de 8 años. Un día normal A las 4:00 a.m. Kelly, se despierta pensando en las tareas que tiene que realizar antes de partir a su trabajo. Dejar listo el desayuno y a la niña, quien recibe clases es la prioridad. Cuando le toca irse a pie, cosa que hace con frecuencia, para economizar el pasaje, sale a las 6:00 de la mañana y camina una hora aproximadamente para llegar a tiempo. Es la última que se acuesta y la primera en despertarse, sin acudir a la alarma del celular. -Mi cuerpo sabe cuándo tengo que madrugar y cuando no. Los días de descanso me despierta a las 6 y 30 de la mañana –dice mientras riega la hierba sin quitar la mirada del chorro de agua. El viento recio de marzo mitiga un poco el sol de las 11 de mañana, sin embargo ella está ataviada de tal manera que no se le ven ni los ojos. Tiene un jean azul ajustado que deja ver su buen cuerpo, un suéter manga larga color verde con el logo institucional, una gorra del mismo color, una capucha negra que le cubre todo el rostro y que a la vez le sirve de tapaboca y gafas oscuras. Desde las siete de la mañana cuando llega a su sitio de trabajo en el parque del Mirador de los Nogales, se le olvidan los problemas que todos los seres humanos vivos tenemos. A veces recibe una que otra llamada de la casa: que la mamá con alzhéimer, que la niña no quiere, que el pago de esto, en fin… da unas instrucciones y se mete de nuevo en sus quehaceres. –Cuando estoy aquí, estoy aquí. –Dice, mientras hala la manguera que parece una serpiente gigante que vomita agua. Kelly Rodríguez en medio de las plantas De su trabajo indica, que le gusta casi todo. Regar, podar, barrer, sembrar; estar pendiente de las plantas y hasta hablar con ellas. -Porque ellas me entienden y yo las entiendo a ellas, cuando están alegres o tristes, cuando están enfermas o cuando no quieren estar en ese lugar. Me da pesar cuando alguna muere. La nota disonante en su labor es la falta de cultura de la gente. Muchas veces cuando llega a realizar su tarea se encuentra con popo, que los ciudadanos no recogen de sus mascotas. También encuentra algunas plantas pisadas. A pesar de varias canecas para basura que están ubicadas en el lugar, hay bolsas plásticas, botellas vacías y varios tapabocas regados a lo largo de la grama. De los sueños Pero a Kelly no le gustaría pasar el resto de sus días de Guardaparques, aunque le gusta esta actividad, quiere estudiar para ser una profesional. –Quisiera estudiar Preescolar, y tener mi propia guardería. Manifiesta. -Esto me permitiría mejorar mi calidad de vida, ayudar a mi madre que hoy está enferma con alzhéimer. Además quiere que sus hijos se sientan orgullosa de ella. –Es que a los hijos hay que darles ejemplo de superación, para que no se queden estancados. Reflexiona. Ah, si mi mamá pudo yo también voy a poder. Con la historia de esta guerrera de la vida queremos rendir un homenaje a la mujer, en su día, esas luchadoras que tienen dos misiones importantes: La procreación y aportar a la sociedad su amor, conocimiento y trabajo como solo ellas pueden hacerlo. Escrito por: Javier Ahumada Bolívar También te puede interesar: Hector Arturo Zuleta: cuando el dinero y la fama no lo es todo

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