¡Y llegó la más dura prueba!

Por: Manuel Dela Rosa

Verdaderamente, las cosas de Dios son sorprendentes e inexplicables. En la edición anterior titulé mi artículo “El gozo durante la prueba”. Si bien creemos en lo que escribimos porque proviene de la Palabra de Dios, lo dijimos cuando las pruebas que atravesamos tenían una dimensión tal, que son manejables. Hay pruebas que exigen unos cambios de vida, ajustes o incomodidades. Son muy diferentes a las pruebas que te destrozan el corazón en millones de pedacitos.

Pues bien, poco después de escribir ese comentario nos vino a la familia ese tipo de pruebas que te revientan el alma y la desgarran de tal manera que hace que el dolor que sentimos sea absolutamente indescriptible.

Hace pocos días volví a sentir algo que sobrepasa cualquier idea que tengamos sobre el dolor y el sufrimiento.  Volvía a padecer esa aflicción que te revienta el alma, que te destroza el corazón en millones de pedacitos. 

Hace doce años y cuatro meses nos entregaron el diagnostico de cáncer de mama de mi hija que en ese entonces contaba con 27 años de edad; un esposo joven enamorado de su esposa; una hija de dos años y siete meses y otra de nueve meses. No voy a intentar describirles lo que sentí en ese momento. Es imposible. Lo que sí les puedo describir es cómo fue sanada. El Señor me mostró como Jesús limpió su cuerpo de toda célula maligna y cambió un diagnóstico terrible en un testimonio de Su poder. Lo que para la ciencia representaba un reto con bajas posibilidades de éxito, para el Señor era una intervención rutinaria de un milagro, un acto sobrenatural que le devolvió la salud a mi hija.

Esta semana nos enteramos de que mi nietecita de dos años y ocho meses de edad tiene leucemia. Sería absurdo tratar de describir lo que eso significa. Ver a esa hermosa criatura, sabiendo lo que tiene que enfrentar; ver a mi hijo reventado de dolor; ver a mi nuera embarazada, a punto de dar a luz esta misma semana; genera algo tan fuerte en nuestro interior impresionantemente indescifrable. Durante más de 24 horas solo era capaz de exclamar: “¡Jesús, Jesús, Jesús!… ¡Señor, Señor, Señor!… ¡Dios Santo! ¡Padre Amado!” Me dirigí al único lugar donde podemos encontrar nuestra ayuda, nuestro socorro, nuestro auxilio.

Le doy gracias a Dios que a pesar de todo lo que se alcanza a sentir, no se presentó la rabia. Solo el dolor que sabemos que Dios puede aliviar y el sufrimiento que sólo EL puede consolar.

¿Es posible sentir gozo durante la prueba? A las anteriores pruebas, que hoy vemos como muy menores, se le sumó una de las más duras que podamos recibir. Durante estos primeros cinco días, todavía estamos reponiéndonos del trancazo que significa la noticia. Claro que en medio de esta enorme tormenta inicial, ya hemos visto la manifestación de Dios en favor de mi nietecita. Un pediatra diferente al suyo, la vio ese día a pesar de tener la consulta llena. De haberse demorado un día más, la consecuencia hubiera sido fatal. El nacimiento de su hermanita, en vez de ser algo traumático, resulta ser perfecto por los beneficios de su compatibilidad de médula, células madres, cordón umbilical, y otros beneficios científicos. Una bebé que no fue planeada por sus padres pero si por Nuestro Padre Celestial. Finalmente, Dios escuchó nuestras oraciones y el resultado de los exámenes arrojó que es la leucemia de mejor pronóstico y más fácil, si esa palabra cabe en un proceso como estos, tratamiento.

En muy pocos días, cuando la vida de muchas personas fue impactada con un hecho que te revienta el alma y te hace añicos el corazón, podemos ver a Dios actuando. Nuevamente tenemos la demostración que Dios está de nuestro lado. Es nuestro socorro, nuestra esperanza. Vemos a Jesús intercediendo por mi nietecita, el mismo que recibió en la cruz nuestras enfermedades, incluida la de ella. Y, ¡por sus llagas ella fue sanada!

¿Es posible sentir gozo durante la prueba? Creo que la pregunta adecuada no es esa, sino: ¿Es posible no sentir gozo cuando ves a Dios actuando a favor tuyo en medio de la más dura prueba? ¡Gracias, Señor por tu infinito amor! Te rogamos que perdones nuestros momentos de debilidad, angustia, temor, dolor; y fortalezcas nuestra fe. Danos, Señor, la fortaleza que solo proviene de ti. Clamamos a ti, en el poderos nombre de Jesús, por la sanación que le darás, utilizando las herramientas que has escogido. Gracias Padre amado por permitirnos ver tus actuaciones en medio de la tormenta, las lágrimas y el dolor. Tu gloria siempre se manifestará. ¡Amén!

4 Comentarios

  1. Maravilloso es Dios y su bondad para con nosotros infinita. Todo obra con propósito, de eso no hay duda don Manuel. Estos momentos de milagros nos acerca a nuestra fuente original…nos ayuda al cumplimiento del plan eterno con nuestra existencia. Me gozo de la prueba que estremece corazones para revelar la verdad. Hasta pronto don Manuel, un abrazo fuerte!

    Marlyn

  2. Nuestro Dios nos pone pruebas para purificarnos, madurarnos y transformarnos. De nosotros depende cómo la tomamos confiando en su gran amor hacia nosotros y sabiendo que su Voluntad es buena, agradable y perfecta aunque no la entendamos algunas veces. Y así como pone las pruebas dará conjuntamente la salida. El gran Dios les dé su paz, amor y sabiduría y sane completamente a la bebé y a toda la familia que seguramente verá su gloria!

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