Con este artículo, Métodos para leer la biblia, damos por terminada la serie “octubre mes de la biblia”.
I. Método de iniciación. Para leer por primera vez toda la Biblia, podría seguirse este orden:
1. Se comienza por los evangelios. El conocimiento de los evangelios es la condición esencial de la lectura de todos los demás libros del Antiguo y Nuevo Testamento.
2. Después se puede pasar a los Hechos de los Apóstoles. Sus relatos contienen provechosas enseñanzas para la vida cristiana de hoy.
3. Las epístolas de San Pablo conviene leerlas a continuación. Las cartas paulinas tienen un grandísimo valor porque son el mejor complemento y comentario del Evangelio, en su doctrina y en su aplicación.
4. Las epístolas “católicas”. Puede comenzar por la de Santiago, que es la más fácil de entender.
5.El Apocalipsis dará fin a la lectura del N.T.
6. Por los profetas pueden empezar a leer el A.T., ya que numerosos pasajes del nuevo testamento nos remitirán de manera particular a ellos. Los primeros en leer Se podrían ser: Amos, Oseas, Isaías (cc. 1 al 30) Jeremías y algunos salmos mesiánicos.
Con El conocimiento que ya sé ha adquirido del N.T. estamos preparados para comprender estos escritos (1 Pedro 1, 10-12; 2 Pedro 1, 19-21, Romanos 15,4).
7. Leyendo a los profetas desearemos conocer las circunstancias en que ellos vivieron y obraron impulsados por la acción del espíritu de Dios. Estas circunstancias están descritas también en algunos libros históricos; v.gr., en los libros de Samuel y Reyes.
8. El Nuevo Testamento, los profetas y los libros históricos nos llevan también a estudiar los pasajes de la “Antigua Alianza” y las primeras promesas, o sea, los relatos de los patriarcas y las primeras leyes de Israel que se contienen en los cinco primeros libros: el Pentateuco.
9. La Lectura de los libros sapienciales, que, por otra parte, tanta sabiduría contiene, nos será de gran utilidad para conocer mejor la mentalidad de los judíos contemporáneos de Jesús.
Después de haber leído por este orden la Biblia entera, el lector está preparado ya para una segunda lectura que podría ser desde el principio hasta el fin.
De todas maneras, no estará de más que señalemos otros métodos o sistemas que podrían emplearse, preferentemente para el ya iniciado.
II. Método Temático: Consistiría en leer las escrituras según la diversidad de temas (Dios, Cristo, el Reino, la Caridad, el pecado, la virginidad, el matrimonio, los novísimos, etc.). Las personas no competentes en los estudios bíblicos no podrían desenvolverse adecuadamente sin recurrir a un índice de materias bien hecho que se encuentra en algunas Biblias o en un fichero bíblico.
III. Método litúrgico; este método podría llamarse a la lectura de la Biblia siguiendo los tiempos o ciclos litúrgicos: Adviento Navidad, Epifanía, Cuaresma, Semana Santa, Pascua de Resurrección y Pentecostés. Los pasajes del Antiguo y del nuevo testamento del Misal servirán a los católicos de pautas para leer todo su contexto con objeto de comprender los mejor. Este sistema es especialmente recomendable a las personas que oyen mis a todos o casi todos los días.
La iglesia utiliza la sagrada Biblia a lo largo de los ciclos litúrgicos para enseñarnos la vida, la doctrina y los misterios de Jesús a fin de que los vivamos. En sus textos se alternan los del Antiguo y N.T., pues ambos tienen como fin a Jesucristo. Diremos que por la liturgia vivimos la Biblia y por la Biblia vivimos la liturgia.
IV. Método de las referencias: en el N.T. vemos cómo Jesús y los apóstoles hacen frecuentes alusiones a textos y relatos del A.T. por esto, al leer el N.T. y encontrarnos con las citadas alusiones —cuyas referencias están consignadas en las Biblias—, sería muy conveniente acudir a estos otros textos del A.T. y leerlos con su contexto. Así comprenderíamos bien la relación íntima e inseparable que une a los dos testamentos, y comprobaríamos también la realidad de estas dos frases: “Lo que el Antiguo Testamento esconde, el Nuevo Testamento lo descubre.” “El Antiguo Testamento está esencialmente ordenado al Nuevo Testamento.”
Este Método nos enseñaría a leer las sagradas escrituras con la mirada puesta en Jesús, qué es la única manera de comprender debidamente la Biblia, puesto que “el fin de la ley es Cristo” (Romanos 10, 4). De este modo imitamos al Gran San Jerónimo, qué decía:” yo Cuando leo el evangelio y veo allí el testimonio de la ley, los testimonios de los profetas, solo a Cristo considero. Así vi a Moisés, así vi a los profetas, de suerte que entendieran que hablaban de Cristo… no censuro la ley y los profetas, antes bien los alabo, porque predican a Cristo. Pero de tal manera Leo la Ley y los Profetas, que no me quedo en la ley y los profetas, sino que por la Ley y los Profetas llego a Cristo”.
Añadiremos, finalmente, que nunca debemos acercarnos a la lectura de la Biblia, sin previa oración. La Biblia es un libro cuyo autor es Dios, y solo él, a través del Espíritu Santo, puede darnos la comprensión exacta y adecuada de la misma. En esto se diferencia de todos los demás libros. Debes leer la diariamente. Concluimos así estas reflexiones acerca de la Biblia, en el mes de octubre, con esta sentencia de Apocalipsis 1: 3 “bienaventurado el que lee, y, los que oyen las palabras de este libro, y guardan las cosas en el escritas; Porque el tiempo está cerca”.
Escrito por el hermano JOSE L. ANGULO MENCO,
filosofo, escritor, especialista en Ciencias Religiosas y Sagradas Escrituras y docente universitario.
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