Jesús frente a las sectas

II. Los Saduceos

Los saduceos eran el partido judío opuesto a los fariseos. Eran relativamente poco numerosos, pero eran personas de elevada instrucción y en su mayor parte ricas, influyentes y ejercían altas funciones públicas.

Según los rabinos, esta secta provenía de un hombre llamado Sadoc que vivió alrededor del 30 a. C., y que hubiera sido su fundador, aunque se piensa generalmente que su origen se remonta a otro Sadoc (2 Samuel 8:17), sumo sacerdote en la época de David.

En contra de los fariseos, que daban gran importancia a la tradición de los antiguos, los saduceos, se limitaban a los escritos de la Torah, de la ley de Moisés. Se arrogaban el derecho de ser los únicos intérpretes de la ley, siendo literalistas en la interpretación de esta.

Opuestos a los fariseos, los saduceos negaban la resurrección y la retribución en el más allá, afirmando que el alma muere juntamente con el cuerpo (Mateo 22:23-33); (Hechos 23:8), negaban también la existencia de los ángeles y de los demonios (Hechos 23,8), y a la predestinación oponían el libre albedrío. Enseñaban que sufrimos las consecuencias directas de nuestros actos, buenos o malos, y que aparte de esto, Dios no se ocupa de nuestra conducta. Su negación de la inmortalidad y de la resurrección se basaba, según ellos, en el hecho de que la ley de Moisés no contiene textos explícitos acerca de estas doctrinas. Los saduceos no tenían en cuenta la creencia de los patriarcas en el más allá ni en la morada de los muertos, a la que se llamaba en ese tiempo Seol. Sin embargo, esta creencia contenía el germen de las posteriores revelaciones bíblicas acerca de la resurrección del cuerpo y del juicio venidero.

Bajo el dominio de los romanos y de Herodes, la política dependía en gran parte de los saduceos; los sumos sacerdotes de este periodo pertenecían a este partido (Hechos 5:17). Lo mismo que los fariseos, los saduceos acudieron a Juan el Bautista en el desierto, pero también a ellos el profeta los llamó “generación de víboras” (Mateo 3:7).

El señor puso en guardia a sus discípulos contra uno y otro partido, cuando les dijo: “guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (refiriéndose con estas palabras a la doctrina y al modo de ser de estas dos sectas (Mateo 16:6-12).

Los saduceos intentaron poner al Maestro en una posición apurada con una pregunta insidiosa acerca de la resurrección, sin embargo, Él refutó sus argumentos y no supieron qué responderle (Mateo 22:23-33). Ambos, fariseos y saduceos, se unieron también para demandar una señal del cielo a Jesús, pero él respondiendo les dijo: “la generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás” (Mateo 16:1-4) refiriéndose con ello a su resurrección.

(Continuará)

Escrito por el hermano JOSE L. ANGULO MENCO, filosofo, escritor, especialista en Ciencias Religiosas y Sagradas Escrituras y docente universitario.

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